lunes, 17 de noviembre de 2008

MANIFIESTO UDISTA

La Universidad que Queremos:
Es aquella que podemos construir
con la voluntad de todos,
con la participación de todos,
con las ideas de todos.


Cualquier análisis desinteresado sobre la Universidad de Oriente nos advierte que su devenir accidentado, producto de la sordera de las distintas autoridades y del ansia de poder grupal e individual, ha marcado una impronta cuyas características no son, ciertamente, las más apropiadas para ser una institución al servicio de la comunidad y del país. Es así como hoy nos encontramos con una estructura en la que lo administrativo priva sobre lo académico y donde mezquinos intereses arropan a los altos designios que debieran guiar su evolución como centro dedicado a la Ciencia, a las Humanidades y al saber en general.
Esta depauperación, que se ha efectuado por la comisión de unos y la omisión de la mayoría de sus miembros, debe ser admitida y enfrentada. De ello depende el compromiso necesario para acometer su transformación, de una universidad en la que los vicios ahogan sus virtudes, a un organismo moderno y eficiente.
Por esto, convencidos de que el momento nos exige la acción, hacemos un llamado a todos los sectores de la Universidad para acometer su transformación, enmarcada en la autonomía otorgada por la Constitución y las leyes de la República, y sustentada en la libre creación y expresión de las ideas. Creemos que sólo de esta manera podremos impulsar, desde el espacio universitario, los cambios que el país reclama, en términos del ejercicio efectivo de los principios que sustentan la democracia moderna: eficiencia, tolerancia y transparencia.
Estamos dispuestos a enfrentar con firmeza todo intento de vulnerar la autonomía universitaria y de implantar formas no consensuales de transformación de la estructura y el funcionamiento de la Universidad de Oriente. Estamos completamente seguros de que la comunidad de la Universidad de Oriente ha de acompañarnos en esta defensa. Nos sentimos obligados a buscar la conjunción de entre los distintos actores del devenir universitario y las más caras esperanzas del pueblo del cual formamos parte.
Abogamos por estimular las iniciativas de lucha gremial del profesorado y de los otros sectores universitarios, siempre y cuando propendan a elevar su calidad de vida, a garantizar sus derechos fundamentales y, simultáneamente, a velar por la dignificación de nuestra Institución.
Somos partidarios del fortalecimiento y la movilización de las fuerzas democráticas de la Universidad de Oriente hacia el liderazgo de los procesos de transformación de la Universidad y del país.
Nos comprometemos a motivar y generar discusiones y propuestas que contribuyan a esclarecer y resolver los problemas derivados de la necesaria transformación de la Institución, así como de los cambios que el país reclama en todos sus ámbitos.
En razón de lo expuesto, los profesores de los Núcleos Anzoátegui, Bolívar, Monagas, Nueva Esparta y Sucre que así lo consideramos, hemos decidido sumar esfuerzos para emprender horizontes que conduzcan a una universidad que podamos construir con la voluntad de todos, con la participación de todos, con las ideas de todos.
Universidad de Oriente, 24 julio de 2008

Somos Udistas

OBSTRUCCIÓN DEL PASO DE TAXIS EN EL NÚCLEO: MEDIDA CONTRAPRODUCENTE


Nuestro Núcleo, desde hace muchos años (las primeras manifestaciones se pierden en su cronología), se ha caracterizado por la toma de decisiones poco felices o raramente acertadas tanto para el presente como en proyección futura. En este carácter han incidido, conjuntamente o por separado, varios factores: ausencia de consulta especializada, falta de apego a las normas existentes, poca ponderación de los aspectos favorables y desfavorables en juego, inmediatismo, condescendencia con grupos políticos o roscas gremiales, complacencia a presiones estudiantiles, en fin… Es lamentable reconocer esta realidad, seguramente obviada o escamoteada por muchos en razón de identidades político-partidistas, ideológicas, administrativas, amistosas.
Así, por ejemplo, y a propósito de la problemática de seguridad interna, tan en boga nuevamente en los últimos meses en nuestro campus, la decisión (de data desconocida para mí) de constituir un cuerpo propio de vigilancia; todos sabemos desde tiempos del decano Luis Acuña Cedeño, para dar una referencia, que resulta un cuerpo inoperante, poco eficiente, internamente viciado por la complicidad o el protagonismo delictivo, para colmo sin autoridad para el uso de armamento… Una decisión, quizás adoptada con muy sana intención en su momento pero sin evaluar sus diferentes aristas en el tiempo, se constituyó, paradójicamente, en un obstáculo de fuerza mayor para afrontar la problemática de la seguridad en el campus Cumaná del Núcleo de Sucre.
Ahora, a consecuencia del reciente y muy lamentable homicidio de una estudiante perpetrado por sicarios dentro del espacio universitario, se ha puesto en práctica una “medida de seguridad” (al parecer por presión estudiantil) consistente en impedir el paso de taxis más allá de la “cabina de control” (por llamar de algún modo a la nunca bien ponderada obra arquitectónica del decano José Sánchez). Tal disposición, como destaco en el título de este artículo, resulta, por lo menos, contraproducente, en muchos sentidos. Explico por qué.
Aparte de no estar antecedida de una amplia y efectiva información (¿por qué no consulta?) en la comunidad universitaria (esto lamentablemente ya es costumbre; por ejemplo, la página web del Núcleo no incorpora información oportuna de lo prioritario, por ejemplo, suspensión o llamado a actividades), se desconocen situaciones de elemental funcionamiento de la vida académico-administrativa, en especial, los inconvenientes relacionados con distancia, tiempo, cansancio, acaloramiento, etc., que acarrea para docentes, estudiantes, empleados y obreros (en la entrada como en la salida) que se trasladan por este medio, ya que no poseen vehículo propio. Son muchas las consecuencias en las que se traducen tales inconvenientes, a las que no haré mención por razones de elemental sentido común.
Cualquier miembro de la comunidad universitaria (del Núcleo Sucre-Cumaná), en ejercicio normal de la anterior cualidad humana, se puede interrogar (me abrogo ese derecho, por ahora): a) ¿No existe una forma elemental de identificar al miembro regular de nuestra comunidad (sea obrero, empleado, estudiante o docente) a través de su respectivo carnet (sería un buen momento para colocar como obligatorio su uso, y así hacer cumplir un acuerdo del Consejo Universitario de una fecha que no quiero recordar), que sirva para dejar pasar al fulano taxi?; b) Si existen líneas de taxi autorizadas legalmente, ¿no supone esta condición un modo de controlar su entrada o salida, si se quiere registrando la placa respectiva?; c) Una situación ostensible: ¿cuánto puede esta medida controlar verdaderamente la entrada o salida de “irregulares”, cuando todos sabemos que el campus tiene otras tantas: la del barrio Los Molinos, de La Llanada, de la Laguna de los Patos, etc. (¿No será esta la coyuntura para gestionar que se otorguen los recursos para la construcción de un muro de piedra sólida del perímetro del campus Cumaná? ¿Oneroso? ¿Cuánto se ha gastado en “necesidades” foráneas? ¿Será que el MPPES no conoce nuestra realidad?). Señalo sólo algunas consideraciones; al respecto, podría extenderme, como sé que lo haría cualquier otro miembro de nuestra comunidad.
Estimados amigos universitarios, quisiera que reflexiones como éstas pudieran contribuir al tratamiento serio y a la búsqueda de soluciones reales de la ya inveterada e insoportable situación de caos e inseguridad en nuestro campo universitario.

Prof. José Malavé
Rep. Profesoral Consejo Escuela Humanidades y Educación

Érase una vez los “P”…

Dos y cuarto de la tarde de un día del cual no quiero acordarme. El aire soporífero narcotiza el ambiente. Una guitarra rasguea notas en des-concierto. Alaridos. Voces superpuestas en una amplia gama de entonaciones. Pupitres desvencijados en racimos a lo largo del angosto pasillo. La batahola retumba histérica. Ruido de autos. El truco y retruco en el ruedo. Ecos sostenidos de nombres: Milexi, Norgelis, Adeneisi. La venta de palmeritas. La fotocopiadora. La artesanía. El servicio de llamadas telefónicas. La venta del pasaje estudiantil. Los cubículos de los partidos estudiantiles. Salones sofocados por el calor. Vasos, manchas de refrescos en el piso, papeles en perfecta rítmica. Pupitres que se achican más, dignos de la versión moderna de “Blanca Nieves y los sietes enanitos”. Lámparas sin bombillas. Polvo acumulado, en diversas tonalidades, apropiado para un estudio de mineralogía. Por fin, la figura corpórea del docente tratando de anular, minimizar, implorar, negociar, rabiar, todo por un poco de sosiego. Todas las estrategias comunicacionales fracasan. No se puede neutralizar el torbellino arrollador de gritos. Parece un relato de una novela surrealista, pero se trata del ambiente académico de los salones ubicados en el edificio de los “P”, especialmente, en los pisos dos y tres.

En este recinto se concentra la mayor parte de la carga horaria de los Estudios Básicos. Sin embargo, a pesar de que su infraestructura no ha sufrido daños alarmantes como el edificio de la Escuela de Ciencias, impartir clases allí resulta una tarea titánica. Al inicio de cada semestre se elaboran cartas de denuncias-inventario del calamitoso estado de esta instalación con las respectivas firmas, unas en nombre de la plantilla de un departamento; otras, a título personal; algunas más, a solicitud del encargado de turno. Lo cual no pasa de ser un ejercicio de catarsis, que acompañará la resignación de los meses venideros, pues no habrá mejoras.

Baños deteriorados que se mantienen inmundos, pupitres semirrotos e incómodos, falta de aire acondicionado, fallas de iluminación, puertas que no cierran –cuando existen–, ni escritorio ni silla para el docente, ruidos externos debido a la ubicación misma del edificio: puerta de entrada y salida para diferentes destinos (comedor, paradas, etc.), componen la escena tartárea del mencionado edificio. Una vez más, se corrobora el deterioro acumulado por años en la infraestructura del Núcleo. Además, existe una escasez creciente de espacio; así, por ejemplo, en este mismo edificio, lo que otrora fue un magnífico cafetín, fue convertido en un cubículo para un partido político estudiantil, y más reciente y sorpresivamente, es un horno para estudiantes, ¡perdón¡ en un salón de clases.

Pareciera que en el Núcleo de Sucre cualquier paraje es idóneo como salón de clases; de tal suerte sótanos, depósitos de desperdicios, almacenes, son habilitados, con premura, para este fin. Es inconcebible que el concepto de aula “universitaria” instituido consiste, a lo sumo, en unos pupitres maltrechos y un pizarrón, sin reparar en las condiciones de aseo, ventilación, mobiliario, acústica, seguridad (en nuestros días), iluminación, entre otras. Desanima permanecer en un sitio mugroso y, encima, ruidoso.

Ya es hora de humanizar la tarea docente. Es urgente reformular los espacios anacrónicos, más allá de los camuflajes realizados en tiempos de vacaciones. Modernizar la universidad para que luzca como tal. Hay que optimizar las condiciones físicas para la actividad académica, sólo así se podrá alcanzar la verdadera excelencia y mérito académico.

Profa. Aminta Pérez

EL NUCLEO DE SUCRE Y LA SOLUCIÓN DE LA VENEZUELA PETROLERA DEL SIGLO XXI:

PETROAULAS
La mayoría de las universidades, incluyendo las más respetadas del mundo, iniciaron sus actividades en conventos abandonados, barracas o en casas comunes y corrientes. A partir de allí, el patrocinio de entidades públicas y privadas y el tesón de sus autoridades permitió que estos humildes orígenes se desvanecieran lentamente. Hoy en día, el prestigio de una universidad no sólo se mide por la seriedad y calidad académica, las investigaciones que promueve y el éxito de sus graduandos en el mundo laboral sino también por su entorno físico. La academia se desarrolla en un ambiente digno, agradable y hermoso acorde con la importancia de la labor que se ejecuta.
En el Núcleo de Sucre, lamentablemente, ese no es el caso. La indolencia, la ineficacia y la irresponsabilidad de quienes han gobernado el Núcleo durante casi dos décadas lo han sumergido en un marasmo deprimente. Al punto que la solución de la crisis creada por el estado de abandono del Edificio de Ciencias será resuelto pragmáticamente con PETROAULAS. Es decir, que a comienzos del siglo XXI, cuando en muchas universidades se están construyendo o planeando edificios innovadores compatibles con el medio ambiente, en la nuestra se están adoptando soluciones que fueron superadas hace décadas o siglos.
Es inconcebible que en Venezuela, una universidad con 50 años de fundada éste sufriendo tal retroceso. El espacio que recibe a quienes nos visitan en vez de estar destinado a jardines, canchas deportivas y edificios acordes con el clima y con la labor que realizamos, estará ocupado por casitas plásticas que se envilecerán con los años. Casitas plásticas que le transmitirán al visitante cómo es nuestro espíritu, cómo son nuestras aspiraciones, cómo es nuestra autoestima.
Al afirmar esto, estamos seguros de que las voces oficialistas saldrán desde las cuevas donde ejercen el poder o donde quisieran ejercerlo para emitir las descalificaciones de turno. “No son más que unos opositores a ultranza”, “no son más que unos golpistas trasnochados”, “no es nuestra culpa, es culpa del Rectorado que nos ahoga”, y así desgranarán descalificaciones y excusas a las que ya nadie presta atención. Es inaudito que después de tanto tiempo en el poder, que después de haber apoyado incondicionalmente al gobierno de turno por tanto tiempo, la élite que gobierna nuestro Núcleo no haya obtenido de parte de éste alguna mejora sustancial en términos de espacio físico. Es inaudito que la bonanza petrolera que ha vivido nuestro país, permita ayudar a países hermanos mientras que nuestro Núcleo tenga que conformarse con llenar el campus con casitas plásticas.
Es insólito que los colegas que ocupan los más altos cargos en el Ministerio de Educación Superior se encojan de hombros y utilicen las supuestas trabas que pone el Rectorado como excusa para que ni siquiera una solución tan burda como las casitas plásticas puedan construirse en un tiempo perentorio. Si fueran un poco consecuentes ya las autoridades decanales se habrían percatado de que nadie les cree. Por qué los profesores de Ciencias –aun aquellos que le son fieles– fueron tan reticentes a la hora de aceptar el inicio de un semestre en condiciones tan precarias. Los resultados están la vista. En las cercanías del final del semestre todavía no se ha erigido la primera PETROAULA.
Si el actual Gobierno es aliado de la élite gobernante del Núcleo de Sucre, cómo se entiende que no hay recursos para impartir la docencia de manera adecuada, que no hay dinero para la investigación, que no hay edificaciones dignas para albergar a nuestros estudiantes. Haga este ejercicio: Cierre los ojos e imagine cuán orgulloso podría sentirse nuestro flamante Ministro de Educación Superior en su laboratorio ubicado en el tercio posterior de una casita plástica, perdón una PETROAULA, a la entrada del Núcleo, aspirando humo y gases lacrimógenos durante una manifestación estudiantil.
Prof. José Rafael Díaz Ramos