VIOLENCIA,
PARTERA DE LA HISTORIA….
Una vez más, la violencia, en sus formas
más irracionales, altera la precaria normalidad del Núcleo de Sucre:
interrupción del tráfico en la Av. Universidad, secuestro de vehículos,
expropiación de bienes privados y, otra vez, destrucción de bienes
universitarios y agresiones contra empleados, obreros y personal docente. Nada
nuevo sobre el escenario de esta perniciosa y estrafalaria revolución.
El imaginario revolucionario rinde culto a la
“gran partera de la humanidad”, en el mismo altar de la lucha de clases como
“motor de la historia”. Una revolución sin violencia es como espagueti sin
salsa de tomate y queso parmesano. Eso explica cómo, durante todos estos años
que dura “el proceso”, la impunidad ha sido acto conclusivo de los episodios violentos
generados por los activistas revolucionarios en el Núcleo de Sucre y otros
espacios.
Los organismos de seguridad del Estado
Revolucionario tienen plenamente identificados a todos estos sujetos, saben dónde viven, dónde se reúnen, de quiénes
reciben apoyo y cobijo, es decir, manejan los elementos incriminatorios
suficientes para encarcelarlos. Pero nada. Cuando se requiere guardar un poco
las formas, la justicia revolucionaria procede a la detención de algún hijo
díscolo, quien rápidamente se gana el premio de una “medida cautelar” que le
permite volver a las andanzas.
Estos grupos violentos son uno de los recursos
extrainstitucionales que maneja la revolución para tejer la bóveda del miedo;
son el complemento de la dominación política institucional, ejercida por medio
del aparato jurídico legal del Estado Revolucionario. Son necesarios para el
“proceso” y por ello estarán siempre poblando el paisaje de la revolución. Como
lo fueron en la marcha del 11 de abril, cuando centenares de revolucionarios armados,
plenamente identificados en fotografías y videos, dispararon contra civiles;
tan necesarios como Lina Ron y Valentín Quintana, como los grupos armados del
23 de Enero y las FBL en Barinas y Táchira; tan libres de acción e impunes como
los miembros del “colectivo” que pusieron la bomba en el edificio de
Fedecámaras, identificados en los videos de las cámaras de seguridad; como los
“Mano Negra” del Núcleo de Anzoátegui, amparados por los cuerpos policiales del
Gobernador de ese estado; tan necesarios como los grupos violentos de la UCV y
de las Residencias Estudiantiles “Domingo Salazar” de la ULA.
Ellos, junto con la Milicia, son los guardianes armados de la revolución, de
su virginal pureza. La devoción revolucionaria por la violencia es tan enfermiza
que puede convertir en héroe
revolucionario a quien en el pasado hizo uso de la violencia para cometer
delitos contra los derechos humanos: hoy es flamante diputado revolucionario a
la Asamblea Nacional uno de los pilotos de los aviones bombarderos que actuaron
en la Masacre de Cantaura.
La red que se ha tejido a consecuencia
de la aceptación de la violencia como mecanismo para dirimir opiniones es de
tal magnitud que resulta admirable que
una asamblea de profesores, armados sólo con el uso de la razón, el amor a la
universidad y la necesaria indignación, se atreva a pedir sanciones en contra
los grupos violentos que se han constituido en enemigos de todos. Pero no hay
otra salida. En este caso son ellos o la vida académica.
EL 26 DE SEPTIEMBRE: LO QUE PASÓ Y
LO QUE VIENE…
Cambiaron
la ley, modificaron los circuitos, adelantaron las elecciones y con ello
impidieron una derrota mayor. El voto de cerca del 67 % de la población indica
que cada vez más personas vencen sus temores y apuestan a la participación.
Por
supuesto que la “Asamblea moribunda”, que
varias veces ha delegado la función de legislar en el Ejecutivo, es
decir, en el Presidente, ni piensa en ejercer su función contralora. El
nombramiento anticipado de los nuevos miembros del Tribunal Supremo constituye
otro gran reconocimiento de las tendencias electorales que se prefiguran. Saben
de la incapacidad de gestión de sus gobernadores, alcaldes y más cercanos colaboradores
y están buscando un salvavidas jurídico-legal que retarde sus juicios por las
innumerables violaciones a la Constitución y las leyes.
Es
probable que muchos diputados oficialistas sigan legislando de espaldas al
país. Pero ahora que ese otro medio país tiene representación y voz en la
Asamblea; no es descartable que algunos comiencen a analizar que el periodo
presidencial se vencerá antes que el de ellos y esta percepción los lleve a
actuar más “democráticamente.”
La
oposición en la Asamblea no podrá impedir todas las marramuncias y trampas que
intenten hacer los gobierneros, pero al menos podrán denunciar e ir acumulando
el expediente que, como un memorial de agravios, algún día, más próximo que
lejano, se abrirá para el establecimiento de responsabilidades y sanciones por
tantas actuaciones delictuales.
Tienen
el inmenso reto los diputados de oposición de mantener la unidad y la
coherencia, orquestando propuestas parlamentarias que mejoren (si fuera el
caso) las propuestas del PSUV, al mismo tiempo que se opongan racional y
firmemente a los que promueven el caos y la desinstitucionalización del país.
Deben
vencer el vedetismo y las ambiciones por ser presidenciables en 2012: si
demuestran eficacia y eficiencia en la gestión parlamentaria, se abona el camino
en contra de la reelección presidencial y en pro de la recuperación de la
democracia.
SOLIDARIDAD,
uN acto de JUSTICIA
Cuando Juan Pablo II expresara que “el ejercicio de la
solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen
unos a otros como personas” llamó la atención de todos, pues desde esta
concepción la solidaridad sólo es atribuible al ser humano y sólo tiene lugar
entre los hombres.
Así, pues, el
desarrollo de la solidaridad estará particularmente asociado al desempeño del
hombre en sociedad, y de allí su radical relación con la justicia.
Surge una pregunta: ¿Qué sucede cuando las organizaciones no son
solidarias, y por tanto no actúan con justicia ante los miembros de la
sociedad? Este es el caso de nuestra organización
(Asociación de Profesores de la UDO)
respecto de los siete profesores que interpusieron ante el Consejo
Nacional de Universidades (CNU) un recurso jerárquico contra la Resolución CU
Nº 024/2009, que permitiría la reelección de las autoridades rectorales. Por
esta acción el Consejo Universitario decidió “censurar enérgicamente” a quienes cuestionaron su decisión ante una
instancia superior.
Con relativa frecuencia se suele atribuir a los venezolanos, una
corta memoria, pero cuando de injusticias se trata, es mejor no olvidar, pues
no sabemos cuando ésta pueda tocar a nuestra puerta. Cuando el profesor Luis
Acuña Cedeño, otrora Decano del Núcleo de Sucre, fue expulsado por abrir aulas del
Núcleo de Sucre en Carúpano, no se hizo esperar la acción solidaria del gremio
de profesores.
Tampoco se hicieron
esperar las manifestaciones individuales de los miembros de la comunidad udista
en el Núcleo de Sucre. Tal como ayer, el trasfondo también es político, sólo
que en aquel entonces la consulta era promovida por las propias autoridades de
la UDO ante el CNU, y ahora lo es por unos profesores. En el caso de la
destitución del decano Acuña, fue el CNU el órgano administrativo escogido para
debatir los asuntos de la vida académica interna,
y no por ello se “puso en peligro la estabilidad
institucional de la Universidad de Oriente” (http://www.udo.edu.ve),
como se nos ha querido hacer ver; lo que corrobora que estas decisiones están
siempre mediadas por lo político.
Desde UDISTAS
rechazamos el abuso de poder del Consejo
Universitario quien pretende intimidar, censurar y sancionar a quienes ejercen
sus derechos. Aunque no suscribimos la solicitud formulada ante el CNU,
entendemos que esta es una acción legítima de un grupo de profesores, que antes
que nada son ciudadanos. No perdemos de vista que el telón electoral que sirve
de fondo a todas estas actuaciones puede alterar la percepción de lo que es
correcto; aun así, la justicia debe prevalecer.
LA MALA MEMORIA
Los peces bailarinas machos, luego de 30 segundos, no
recuerdan la acción que iniciaron. Los venezolanos nos parecemos a ellos.
Vivimos inventando el agua tibia o experimentando por primera vez, como si
fueran nuevas, cosas que han ocurrido muchas veces. Por eso nuestro avance como
nación, comunidad e individuos es lento y azaroso. La mala memoria genuina o
conveniente nos impide rechazar o emular hechos pasados claramente negativos.
Por eso para muchos en el Núcleo de
Sucre los actos vandálicos del miércoles 27 pasado son algo inédito y
repudiable. Compartimos lo último, pero no que esto sea algo nuevo. Hay que
tener muy poca memoria o mucho caradurismo para presentarse como adalides del
respeto y la tolerancia cuando se ha propiciado, aplaudido o incluso
protagonizado actos de violencia y amedrentamiento. Veamos por qué.
Desde el 2002 al 2004, los profesores
que manifestamos descontento por las penurias a las que el gobierno de
entonces, el mismo de ahora, nos tenía sometidos, fuimos perseguidos, vejados y
hasta golpeados por un grupo de estudiantes afectos al oficialismo. Estos
vándalos intentaron quemar la sede de APUDONS y destruyeron material electoral.
Repudiables cosas pasaron ante la mirada indiferente de muchos y la
complaciente o satisfecha del resto. Era la forma de acallar el disenso y por
lo tanto nunca se actuó contra ellos. Hoy esos vándalos forman parte del
gobierno local y regional.
No podemos olvidar que, en esos años,
el profesor Luis Aristimuño fue golpeado; los profesores Ireys Gómez y Rafael
Díaz fueron vilipendiados públicamente; los profesores Ramón Ochoa y Carlos Estanga
casi fueron linchados por una masa estudiantil enloquecida. Algunos deberían
recordarlo ya que no sólo estuvieron presentes, sino que también aplaudieron lo
que ocurría. Cómo olvidar cuando el bachiller Reyes y otros estudiantes fueron
arrastrados y entregados a la policía estadal por estudiantes y profesores
afectos al oficialismo. Cómo olvidar la quema de la sede del sindicato de
obreros en Cerro del Medio o los tiroteos para dirimir el poder entre
estudiantes chavistas. No se puede ignorar que las autoridades de turno no
hicieron nada.
Ratificamos nuestra mejor disposición a trabajar con todos por la superación
de los errores cometidos en el tratamiento de situaciones como las señaladas.
Aunque algunas cosas aquí indicadas puedan sonar a acusaciones y señalamientos,
las recordamos para hacer ver que nada de lo que ocurre es nuevo. Lo nuevo es
que “los hunos” están más fuera de control que en otras oportunidades. Llegamos
a la selva profunda, al sálvese quien pueda.
UDISTAS desde sus inicios ha rechazado todo tipo de
violencia. Estamos dispuestos a acompañar todos los esfuerzos sinceros y
decididos orientados a resolver, de una vez por todas, esta grave y triste realidad.
Sin embargo, exigimos de las autoridades decanales y rectorales que ejerzan la
autoridad que les hemos otorgado, y, de ese modo, eliminen todo tipo de inmunidad
e impunidad que favorezca a individuos o grupos transgresores de la normas
institucionales y desconocedores de los derechos de los demás.
Este problema nos afecta a todos y
todos debemos contribuir a su solución. Asumamos responsablemente el esfuerzo
sostenido, continuo, necesario para que a la vuelta de unos años podamos convivir
en un ambiente universitario armonioso y digno.