miércoles, 7 de abril de 2010

EL INCENDIO DE LOS DEPÓSITOS DE QUÍMICA Y BIOLOGÍA



Oriente, 07 abril del 2010
Artículo de Opinión / pag.6

Quienes hacen vida en la UDO comparten la idea de que nuestra universidad es un reflejo, en pequeño, del país. Esto puede parecer extraño ya que en la UDO convergen personas con altos niveles de capacitación en diferentes ramas del saber y, debido a esto, se espera que la planificación de sus tareas se fundamente en la discusión de las ideas, el respeto a los méritos y a los reglamentos. Esto debería garantizar un funcionamiento eficiente y eficaz. Sin embargo, en la UDO, y en el Núcleo de Sucre en particular, se repite, la manera como nuestros políticos conducen el país. Pareciera que el fin último de la vida universitaria no tiene que ver con la institución, ni con la academia, o la eficiencia; sino con mantener el poder, a como dé lugar.
Por ejemplo, por muchos años, se nos inculcó la idea de que el problema del Núcleo tenía su raíz en el enfrentamiento político entre quienes dirigen la universidad en general y quienes dirigen el Núcleo. El pensamiento de que con la llegada de la "revolución" el Núcleo florecería fue, en su momento, muy insistente; posteriormente, muchos pensaron que con la llegada de ex decanos y colegas a altos cargos del gobierno nacional, e incluso estudiantes a las funciones de gobernador y alcalde todo cambiaría para mejor. Ya vemos la realidad. Lamentablemente el incendio desatado en los depósitos de los departamentos de Química y de Biología el domingo 21 de marzo es una prueba más de que todo era una ilusión.
Más de dos décadas de indolencia, impericia y populismo, nos enfrentan ahora a una crisis estructural compleja. El posponer las decisiones, el mirar a otro lado, el ocultar la información, en fin, el no haber cumplido cabalmente con las funciones de los cargos que se detentaron o detentan tienen resultados catastróficos para la institución. Los problemas del Departamento de Química, en particular, son de vieja data. El estrangulamiento financiero al cual este gobierno (también en mucho, los anteriores) ha sometido a la universidad ha impedido que se renueve la plantilla profesoral y se realice el equipamiento oportuno para impartir una formación adecuada. Esto ha sido denunciado por los estudiantes y profesores de Química desde hace tiempo. A este problema se suma el deterioro del Edificio de Ciencias (declarado en situación crítica hace varios años) y la carencia de un depósito que cumpla con las normas de seguridad establecidas.
Es muy probable que el incendio del domingo 21 del
mes pasado se desatara porque los depósitos no cumplían con las normas de seguridad básicas. La responsabilidad la comparten las autoridades pasadas y actuales del núcleo, junto con las centrales (de la universidad) y las nacionales (Ministerio de Educación Superior). Su obligación, en este aspecto tan neurálgico, era garantizar que los departamentos de Química y Biología contaran con depósitos seguros.
Las consecuencias ambientales, sociales y académicas generadas por el incendio son innumerables y se necesitará mucho tiempo para constatarlas. El alto costo de la construcción y de los reactivos impide que la institución pueda solventar la situación de inmediato. Antes de llamar al retorno de actividades, las autoridades deben responder algunas preguntas: ¿Cuándo regresaremos a trabajar en un ambiente seguro? ¿Qué va ocurrir con la planificación del II semestre de 2009? ¿Qué va suceder con los estudiantes de Química y Biología en el próximo semestre? ¿Qué ocurrirá con los trabajos de tesis, de ascenso y demás proyectos de investigación que dependían de las sustancias almacenadas en los depósitos?
En el Núcleo de Sucre tenemos que enfrentar la realidad. Sólo la participación de todos en la comunidad académica permitirá resarcir las pérdidas y aspirar de manera continua a laborar en una institución digna. Pero para ello hay que ver de frente los resultados de un sectarismo que ha destrozado la estructura universitaria.

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