Voté en contra de la Constitución Bolivariana. Lo hice por diversos motivos pero los más importantes fueron mi repudio a la vileza de forzar al pueblo a aprobar la Constitución entre gallos y media noche, la contradicción creada por la existencia de una República Federal Unicameral, la declaración de una democracia participativa sin definir los mecanismos claramente, y por último, la inmunidad que se le otorgaba a los militares de alto rango. Si hubiera sido obrero o empleado universitario hubiera votado en contra porque “La Bicha”, como afectuosamente la llamaron, me excluía como miembro de la comunidad universitaria (Titulo VI Art.109).
¿Quién tiene la culpa de que la Constitución de 1999 excluya a obreros y empleados de la comunidad universitaria? ¿Por qué los obreros y empleados universitarios no leyeron cuidadosamente la propuesta constitucional? ¿Por qué no le reclaman a quien compete, léase, el Presidente y quienes le acompañan en el Gobierno? Creo firmemente que los obreros y los empleados tienen derecho a solicitar su inclusión como miembros de la comunidad universitaria. En lo que no estoy de acuerdo es en que los universitarios nos hagamos cómplices de una nueva violación de la Constitución. Lo legal es que obreros y empleados universitarios soliciten formalmente una reforma constitucional para resolver el asunto. Con esta reflexión quiero llamar la atención sobre lo que subyace ante esta nueva violación a “La Bicha”.
La historia de la humanidad, y la de Venezuela, está llena de ejemplos de cómo los atajos ilegales que se tomaron para resolver entuertos se convirtieron luego en armas eficaces, contra quienes los solicitaron, cuchillo pa` su propio pescuezo. Entre los ahora promotores de la inclusión de los obreros y empleados en la elección de las autoridades universitarias hay personas que los ignoraron cuando se escribió la Constitución Bolivariana. ¿Por qué tienen tanto apuro? ¿Por qué están dispuestos a violar nuestras leyes nuevamente? ¿Será que detrás de esa insistencia está el caballo de Troya que finalmente le permitirá al chavismo apoderarse de las universidades públicas para acabar con su autonomía?
En este aspecto y en el siguiente hay que ser muy cuidadoso y desconfiado. Recientemente se han producido movimientos en el núcleo y visitas a la Asamblea Nacional y al MPPEU resucitando la idea de separar el Núcleo de Sucre del resto de la Universidad de Oriente. Las razones esgrimidas son las mismas de siempre: la arbitrariedad de las autoridades rectorales quienes no demuestran interés por este núcleo y, al eliminar el Rectorado, el uso más eficiente del dinero público.
Para quien no hace vida en el Núcleo de Sucre y no conoce la trayectoria de las personas que propugnan la idea, la propuesta luce adecuada. El asunto está en que entre los proponentes de esta solución mágica hay quienes son, o fueron, autoridad en el núcleo y se han comportado de la misma manera como dicen que lo han hecho las autoridades rectorales. Lo que parece es que el chavismo quiere anular la resistencia de las universidades autónomas a como dé lugar. En resumen, tras la brillante propuesta se oculta un vulgar “quítate tu pa´ ponerme yo”. No hay que presumir de mucha inteligencia para reconocer que luego de ocho (sí. ¡Ocho!) gestiones decanales, este grupo de colegas no ha sabido conducir nuestro núcleo.
Arriesgarnos a servir el Núcleo de Sucre en bandeja de plata al gobierno es una acción irresponsable y peligrosa que podría terminar volviéndose en contra de los ofertantes. ¿Es que acaso somos tan ingenuos para pensar que el actual Ministro designará a alguno de los proponentes como nuevo Rector o que mantendrá la seguridad de nuestros puestos de trabajo? Si no lo creen, miren la actuación de nuestro ex decano, ex ministro y hoy aspirante de nuevo a la asamblea. ¿A quien designó como Rector a raíz de la intervención de la Universidad Simón Rodríguez? ¿A un profesor de esa casa de estudios? No, el nombramiento recayó sobre un extraño, casualmente el también ex decano Mario Cavani.
Prof. José Rafael Díaz