UDISTAS
Región, 27-03-2013,
p. 10
Francys Peretti*
Como prófuga
de la justicia se oculta la verdad: hay quienes procuran que no aparezca y hay
quienes simplemente niegan la realidad con descaro; todo para conservar el
poder. En los últimos meses, más que nunca, la mentira en boca de gobierneros
inescrupulosos se ha encargado de burlar a los venezolanos y extraviar su destino.
Es así como se ha pretendido embaucar nuestra confianza y anular nuestra inteligencia.
La mentira se ha
convertido en una forma de poder político, una forma de manipulación masiva. Se
pretende refrendar a través de mentiras el desarrollo ficticio de un país que
mermó en su economía, potencial productivo, en sus relaciones internacionales y
hasta en su fraternidad entre ciudadanos.
La sed de
poder se ha acrecentado hasta convertirse en hambre voraz de individuos
carentes de moral y de una ética manchada con los más bajos antivalores, una
ética venida a menos representada en un candidato que lejos de construir un
país, más bien ha disparado balas de odio, discriminación, irrespeto,
intolerancia, atropellos a la ley, fanatismo, violencia física, desigualdad y
amedrentamiento. Esta ansia de poder busca satisfacerse a fuerza de mentiras.
El blanco de
estos ataques ha sido el mismo pueblo venezolano: algunos reciben tales
ataques, mientras que otros emulan al agresor, atacando a sus propios hermanos.
Lo lamentable
es que estas agresiones se repiten en muchas instituciones públicas, incluyendo
las educativas. Posturas autoritarias también han aparecido en nuestras
universidades. Y observo con preocupación cómo algunas personas que se venden
como líderes y salvadores de la academia en decadencia, sin embargo, exhiben
conductas que deterioran el clima de cordialidad y equilibrio que debe
prevalecer en toda familia. Su irrespeto alcanza la violación de los canales
administrativos y la imposición de decisiones sin la previa consulta a la base
profesoral. La retaliación, la intolerancia, la coerción, la arrogancia y la
mentira no pueden ser jamás las formas de dirigir ninguna dependencia; desafortunadamente,
estas conductas vergonzosas han logrado instaurarse en nuestros entornos más
cercanos, en flagrante burla a la razón y al consenso.
Las ideas
siempre deben converger y las opiniones ser escuchadas. Como profesora (y, en
su momento, cuando fui Jefa del Departamento de Idiomas Modernos) siempre he
rechazado las conductas que deterioran la convivencia personal y académica; mi
espíritu es –y seguirá siendo– el de trabajar cumpliendo las normativas y los
lineamientos institucionales y apoyando las buenas ideas de nuestras
autoridades, manteniendo, por supuesto, un espíritu y una actitud de respeto
para con todos los integrantes de la comunidad.
No puede
permitírsele a la mentira ser el camino al poder, ni el medio para mantenerse
en él.
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* Profa. Dpto. Idiomas Modernos UDO-Sucre