PETROAULAS
La mayoría de las universidades, incluyendo las más respetadas del mundo, iniciaron sus actividades en conventos abandonados, barracas o en casas comunes y corrientes. A partir de allí, el patrocinio de entidades públicas y privadas y el tesón de sus autoridades permitió que estos humildes orígenes se desvanecieran lentamente. Hoy en día, el prestigio de una universidad no sólo se mide por la seriedad y calidad académica, las investigaciones que promueve y el éxito de sus graduandos en el mundo laboral sino también por su entorno físico. La academia se desarrolla en un ambiente digno, agradable y hermoso acorde con la importancia de la labor que se ejecuta.
En el Núcleo de Sucre, lamentablemente, ese no es el caso. La indolencia, la ineficacia y la irresponsabilidad de quienes han gobernado el Núcleo durante casi dos décadas lo han sumergido en un marasmo deprimente. Al punto que la solución de la crisis creada por el estado de abandono del Edificio de Ciencias será resuelto pragmáticamente con PETROAULAS. Es decir, que a comienzos del siglo XXI, cuando en muchas universidades se están construyendo o planeando edificios innovadores compatibles con el medio ambiente, en la nuestra se están adoptando soluciones que fueron superadas hace décadas o siglos.
Es inconcebible que en Venezuela, una universidad con 50 años de fundada éste sufriendo tal retroceso. El espacio que recibe a quienes nos visitan en vez de estar destinado a jardines, canchas deportivas y edificios acordes con el clima y con la labor que realizamos, estará ocupado por casitas plásticas que se envilecerán con los años. Casitas plásticas que le transmitirán al visitante cómo es nuestro espíritu, cómo son nuestras aspiraciones, cómo es nuestra autoestima.
Al afirmar esto, estamos seguros de que las voces oficialistas saldrán desde las cuevas donde ejercen el poder o donde quisieran ejercerlo para emitir las descalificaciones de turno. “No son más que unos opositores a ultranza”, “no son más que unos golpistas trasnochados”, “no es nuestra culpa, es culpa del Rectorado que nos ahoga”, y así desgranarán descalificaciones y excusas a las que ya nadie presta atención. Es inaudito que después de tanto tiempo en el poder, que después de haber apoyado incondicionalmente al gobierno de turno por tanto tiempo, la élite que gobierna nuestro Núcleo no haya obtenido de parte de éste alguna mejora sustancial en términos de espacio físico. Es inaudito que la bonanza petrolera que ha vivido nuestro país, permita ayudar a países hermanos mientras que nuestro Núcleo tenga que conformarse con llenar el campus con casitas plásticas.
Es insólito que los colegas que ocupan los más altos cargos en el Ministerio de Educación Superior se encojan de hombros y utilicen las supuestas trabas que pone el Rectorado como excusa para que ni siquiera una solución tan burda como las casitas plásticas puedan construirse en un tiempo perentorio. Si fueran un poco consecuentes ya las autoridades decanales se habrían percatado de que nadie les cree. Por qué los profesores de Ciencias –aun aquellos que le son fieles– fueron tan reticentes a la hora de aceptar el inicio de un semestre en condiciones tan precarias. Los resultados están la vista. En las cercanías del final del semestre todavía no se ha erigido la primera PETROAULA.
Si el actual Gobierno es aliado de la élite gobernante del Núcleo de Sucre, cómo se entiende que no hay recursos para impartir la docencia de manera adecuada, que no hay dinero para la investigación, que no hay edificaciones dignas para albergar a nuestros estudiantes. Haga este ejercicio: Cierre los ojos e imagine cuán orgulloso podría sentirse nuestro flamante Ministro de Educación Superior en su laboratorio ubicado en el tercio posterior de una casita plástica, perdón una PETROAULA, a la entrada del Núcleo, aspirando humo y gases lacrimógenos durante una manifestación estudiantil.
La mayoría de las universidades, incluyendo las más respetadas del mundo, iniciaron sus actividades en conventos abandonados, barracas o en casas comunes y corrientes. A partir de allí, el patrocinio de entidades públicas y privadas y el tesón de sus autoridades permitió que estos humildes orígenes se desvanecieran lentamente. Hoy en día, el prestigio de una universidad no sólo se mide por la seriedad y calidad académica, las investigaciones que promueve y el éxito de sus graduandos en el mundo laboral sino también por su entorno físico. La academia se desarrolla en un ambiente digno, agradable y hermoso acorde con la importancia de la labor que se ejecuta.
En el Núcleo de Sucre, lamentablemente, ese no es el caso. La indolencia, la ineficacia y la irresponsabilidad de quienes han gobernado el Núcleo durante casi dos décadas lo han sumergido en un marasmo deprimente. Al punto que la solución de la crisis creada por el estado de abandono del Edificio de Ciencias será resuelto pragmáticamente con PETROAULAS. Es decir, que a comienzos del siglo XXI, cuando en muchas universidades se están construyendo o planeando edificios innovadores compatibles con el medio ambiente, en la nuestra se están adoptando soluciones que fueron superadas hace décadas o siglos.
Es inconcebible que en Venezuela, una universidad con 50 años de fundada éste sufriendo tal retroceso. El espacio que recibe a quienes nos visitan en vez de estar destinado a jardines, canchas deportivas y edificios acordes con el clima y con la labor que realizamos, estará ocupado por casitas plásticas que se envilecerán con los años. Casitas plásticas que le transmitirán al visitante cómo es nuestro espíritu, cómo son nuestras aspiraciones, cómo es nuestra autoestima.
Al afirmar esto, estamos seguros de que las voces oficialistas saldrán desde las cuevas donde ejercen el poder o donde quisieran ejercerlo para emitir las descalificaciones de turno. “No son más que unos opositores a ultranza”, “no son más que unos golpistas trasnochados”, “no es nuestra culpa, es culpa del Rectorado que nos ahoga”, y así desgranarán descalificaciones y excusas a las que ya nadie presta atención. Es inaudito que después de tanto tiempo en el poder, que después de haber apoyado incondicionalmente al gobierno de turno por tanto tiempo, la élite que gobierna nuestro Núcleo no haya obtenido de parte de éste alguna mejora sustancial en términos de espacio físico. Es inaudito que la bonanza petrolera que ha vivido nuestro país, permita ayudar a países hermanos mientras que nuestro Núcleo tenga que conformarse con llenar el campus con casitas plásticas.
Es insólito que los colegas que ocupan los más altos cargos en el Ministerio de Educación Superior se encojan de hombros y utilicen las supuestas trabas que pone el Rectorado como excusa para que ni siquiera una solución tan burda como las casitas plásticas puedan construirse en un tiempo perentorio. Si fueran un poco consecuentes ya las autoridades decanales se habrían percatado de que nadie les cree. Por qué los profesores de Ciencias –aun aquellos que le son fieles– fueron tan reticentes a la hora de aceptar el inicio de un semestre en condiciones tan precarias. Los resultados están la vista. En las cercanías del final del semestre todavía no se ha erigido la primera PETROAULA.
Si el actual Gobierno es aliado de la élite gobernante del Núcleo de Sucre, cómo se entiende que no hay recursos para impartir la docencia de manera adecuada, que no hay dinero para la investigación, que no hay edificaciones dignas para albergar a nuestros estudiantes. Haga este ejercicio: Cierre los ojos e imagine cuán orgulloso podría sentirse nuestro flamante Ministro de Educación Superior en su laboratorio ubicado en el tercio posterior de una casita plástica, perdón una PETROAULA, a la entrada del Núcleo, aspirando humo y gases lacrimógenos durante una manifestación estudiantil.
Prof. José Rafael Díaz Ramos
1 comentario:
cuando se publicará el resto de los articulos sobre el deterioro de nuestro nucleo.
Publicar un comentario