Comunidad / 11-08-2010 / Pág. 13
El viejo edificio de Ciencias no tiene dolientes; no los tuvo cuando lo declararon inhabitable, después de la noche de desvelo y pavor que tuvo el Director de Planta Física de la UDO, Prof. Akram Bouf, cuando vio caer el puente sobre el Río Mississippi (EEUU) el 1º de agosto de 2007. El Prof. Bouf imaginó que algo así podría ocurrir aquí. Después de declarar su inhabitabilidad, la suerte y lenta agonía del edificio fue decretada.
El edificio emblema del Núcleo primogénito de la Universidad de Oriente existe desde aproximadamente unos 43 años. En él, por mucho tiempo, se generó un gran porcentaje de la investigación que se hacía en la Universidad de Oriente. Sin ser un instituto de investigación, sus profesores y tesistas produjeron conocimiento y progreso en diversas ramas de las ciencias físicas, químicas y biológicas. Hoy es un homenaje a la desidia, a la poca importancia que para el gobierno nacional y las autoridades universitarias tiene la ciencia. Numerosos Decanos, Coordinadores Académicos de Núcleo, y hasta un Ministro de Educación Superior, salieron de sus departamentos.
Su anatomía está en tan mal estado que la mezcla de decepción y rabia dificultan su descripción. Por fuera, las fachadas norte y sur exhiben capas de pintura descolorida y desconchada que revelan eras de abandono dignas de un estudio paleontológico, y, además, reflejan la ignorancia en el mantenimiento de un edificio hecho en obra limpia. Parasoles desvencijados, grietas a granel, tuberías oxidadas, filtraciones, viejas cuerdas de pancartas y pegotes de afiches viejos, dan cuenta de las arrugas y el abandono que sufre. Por dentro, son 100 los escalones manchados y agrietados, que han permitido recorrer sus cinco pisos a estudiantes durante su paso por la Universidad y a profesores durante una gran parte de su vida productiva, los que muestran la ignominia. En las paredes y techos de cada piso rebotan los sueños, pensamientos y diatribas de miles de jóvenes que alguna vez soñaron, con hacer grandes descubrimientos y lograr quizás algo de reconocimiento. En cada piso, equipos desincorporados, como parte de las medidas paliativas para aligerar la carga del edificio, y que alguna vez fueron la última versión de todo lo nuevo (¿Por qué no están en un museo?), reposan desde hace dos años, quizás más, a las puertas de dos viejos ascensores que no funcionan hace más de diez años. El Edificio de Ciencias está en penumbras; después de las cinco y media de la tarde, es imposible hacer ninguna actividad. Por otra parte, las fallas de energía eléctrica, agua y gas refrendan el estado del país. Su última tragedia, el incendio de los depósitos de Química y Biología, como consecuencia del racionamiento eléctrico y el abandono, contribuyó más a su deterioro.
Lo peor es que no se vislumbran soluciones. Los planes de rescate y las recomendaciones de intervención y refuerzo de los ejes de la infraestructura, sellado y revestimiento de grietas, columnas, pantallas y parasoles no se han hecho. Ni siquiera se ha emprendido la reparación de las filtraciones de agua. Las reparaciones menores que podría realizar la institución que cuenta con personal para ello, léase, electricidad, plomería, refrigeración y mantenimiento, no se han realizado tampoco. Una vez más la falta de recursos que condena el éxito de cualquier gestión se hace presente. El entonces ministro de turno del MPPES, profesor adscrito al Dpto. de Física, se comprometió, en asambleas realizadas durante febrero 2008, a facilitar los recursos que ameritaba la reparación de la Escuela de Ciencias y hasta la fecha no se ha concretado nada. Las autoridades decanales y rectorales supuestamente han hecho su mejor esfuerzo en la consecución de estos recursos, pero hasta la fecha no se sabe si es cierto o si se trata de una leyenda urbana: los recursos están represados en alguna instancia y la eficiente gerencia universitaria no ha podido lograr su desembolso.
Mientras tanto, siguen siendo 100 los escalones que hay que recorrer para conocer la realidad y el abandono del edificio de Ciencias. Cómo creer que la entrega del Núcleo al oficialismo, como planean algunos colegas, sea la solución a nuestros problemas, cuando éste es corresponsable de lo que sucede.
Prof. José A. Véliz
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com/
3 comentarios:
Prof. José A. Véliz. Leí su artículo en UDISTAS, de fecha 11 de agosto de 2010. muy elocuente. ¡Por fin! "El viejo General tuvo quien le escribiera." !por fin¡, alguien expuso ligeramente el traje roto, los zapatos huecos y sus charreteras corroídas. Lo felicito, mi buen amigo. Por favor, sería conveniente llevar ese artículo a APUDONS y entregarselo a Jonny para que se lo envíe a todos los profesores del Núcleo. me imagino que deberán aparecer dolientes. ¿Que tal si organizas un movimiento de ideas y de acción en favor del viejo General. Cuenta conmigo para ello.Saludos.
Manuel A. Olivares,
un doliente del General.
Silvio A. Orta C.
Nota: Reproduzco este emotivo, realista y crítico artículo del profesor José. A Véliz del Núcleo Sucre de la UDO, porque demuestra la existencia en la comunidad académica de mucha gente con amor por su institución, sentido de integración plena a su actividad y al ambiente en que la realizan.
Quien quiera verlo con todos sus aspectos originales (gráficas, diseño....) puede ir --y así se lo recomiendo a todos, universitarios o no-- al blog http://udistasns.blogspot.com. Por cierto, allí se han ido acumulando, poco a poco, muy interesantes trabajos acerca de temas relacionados con el Núcleo de Sucre.
Los autores de ese blog señalan que se puede solicitar otras informaciones audistasns@gmail.com
Gracias, colega Véliz, por hacernos sentir que hay dignidad académica y mientras la haya, habrá esperanzas... pese a todo.
Silvio Orta Cabrera.
-Adjunto esta recomendación: Debería escribirse la historia del Núcleo de Sucre en veinte años de de derrumbe bajo la conducción de los llamados "Académicos" a los que se sumaron los revolucionarios marxistas-leninistas, en una larga lista de Decanatos que comienza con el del señor Doctor Mario Cavani, a quien siguió el señor Doctor y Ministro Luis Acuña Cedeño y se extiende hasta hoy. Pudiera titularse esa historia: "De cómo en nombre de la Academia y la Revolución se destruye una institución universitaria". Como hay de todo en ese acontecer, de todo habría en ese relato que lo haría digno de ser novelado y llevado a la gran pantalla.
De allí surgió: de una gran pantalla a la que llamaron Movimiento Académico porque en el Núcleo se había impuesto la política haciéndole mucho daño y sólo los doctores podían rescatarlo. Eso decían más o menos.
NO PREGUNTEN QUE HACE LA UNIVERSIDAD POR USTEDES PREGUNTEN QUE USTEDES HACEN POR LA UNIVERSIDAD.
TRABAJO TRABAJO Y NO CRÍTICAS
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