UDISTAS
Región, 26-06-2013,
p.14
Francys Peretti*
3… 21… 22…1000…1984…1990… 2400... No, no son sumas. El
pasado 21 de junio volví a sentir el calor, los nervios y la felicidad de un
graduando, pero esta vez, desde la distancia, como una profesora en conflicto
universitario. En sólo 3 segundos, un nombre hacía vibrar de emoción a toda una
familia y amigos; un gran logro de cada individuo, y aún más, en los últimos
tiempos. Graduarse es como un 1º de enero, sólo que todo el amor y el “feliz
año”, lo recibe el graduando.
A decir verdad, no es la primera vez que desfilan ante
mis ojos tantas caras felices y manos nerviosas. En mis casi 22 años como
docente en la Universidad de Oriente (Sucre), y con más de 1000 estudiantes
pincelados en mis recuerdos, estos rostros han enmarcado el amor hacia mi
profesión y mis ganas de salir adelante, a pesar de los claroscuros que en nuestra
Institución se han dibujado.
Sin embargo, esa noche, en un jardín abarrotado de tanta
gala y alegría, no dejaba de pensar aún más atrás en el tiempo… La Universidad
me vio crecer correteando en los alrededores de Cursos Básicos y de los jardines
de rosas, porque soy hija de una de sus
empleadas jubiladas. Y esos mismos jardines me saludaban en mis tiempos
de estudiante, en mis idas diarias hacia mis salones de clases. 1984 a 1990: dos
semestres perdidos cuando el personal decidió pararse por asuntos de pago. ¿Y
qué debía hacer? ¿Imputar a mi madre por defender sus derechos? Era mi semestre
o la subsistencia en mi hogar ¡Juego trancado!
En muchos años no le he fallado a mis estudiantes; mi
amor a mi profesión me ha llevado a sacrificar mi propia dignidad para no
dejarlos perder un semestre; y los profesores hemos trabajado, aún con las
condiciones de abandono y desidia que fluye en cada rincón del Núcleo,
batallando contra la injusticia de una política que pretende destruir uno de
nuestros patrimonios más valiosos, la Universidad. La verdad, 2.400 mensuales
ha sido sólo parte del problema. Y en este conflicto, en protestas pacíficas,
mi lucha se ha tomado de la mano con la lucha de otros, para defender además una
autonomía que significa libertad, pluralidad, esperanza, futuro. Nuestra
resistencia contra el autoritarismo ya no está en estado vegetal.
Le estaríamos
fallando realmente a nuestros estudiantes, regulares y egresados, si le siguiéramos
el juego a los voceros oficialistas. No le entregaremos nuestros derechos y
principios ni la Universidad a la mentira y la corrupción. El amor hacia nuestra
profesión no tiene límites, pero la realidad ya sobrepasa el colmo de la
miseria humana y el descaro constitucional.
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Profa. Dpto. Idiomas Modernos UDO-Sucre
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