En un resumen de mi corta existencia, veo cómo durante la mayor parte de mi vida he recorrido los espacios de la educación en diferentes instituciones en un paseo de variadas opciones. Producto de la educación pública (de la que me enorgullezco), fui tejiendo una posición de avance hacia lo que mis padres denominaban “el estudio para el progreso”. Este progreso apartaba, incluso, de cualquier distracción “noviazguera” o “pachanguera” que cualquier adolescente debía y debe disfrutar.
“El estudio para el progreso”… Fue así como inicié el camino del esfuerzo hacia mi progreso, con tropiezos y caídas, y con la fuerza para levantarme y seguir adelante. Fue así como llegué a la universidad, con estudio y disciplina, y logré ganar mi lugar como docente en nuestra Casa más Alta. Y durante muchos años he sido fiel a mi juramento de graduanda de aquel 21 de noviembre de 1990. Yo y otros tantos miles que han tomado la opción del estudio para el trabajo digno y progresista. Sin embargo, la dignidad y el progreso se han quedado cortos en lo que respecta a la labor obrera, administrativa y docente de nuestra Universidad.
¿Cuántas luchas por un presupuesto justo se han librado? ¿Cuántos paros por un salario a tiempo y que se corresponda con las necesidades reales de todos? ¿Cuántos inconvenientes por una factura no pagada? ¿Cuántas angustias por no tener lo que irremediablemente no podemos dejar de tener? Porque en esta vida la cruda realidad es evidente: el dinero es la palanca que mueve hasta la situación más cotidiana de nuestras vidas: el cafecito de la panadería para despertar el día, el periódico del quiosquito, la empanada a media mañana, el pasaje del bus, el helado para los niños, el regalo para la ahijada, la ropa con que vestirnos, la comida con que nos alimentamos, la medicina que nos cura… Y es que es parte de nuestra cotidianidad. Nos levantamos revisando la cartera y contando cada centavo para saber hasta dónde nos alcanzará en ese día. ¿Habrá alguna persona que no lo haga? ¿Salimos a enfrentar el día sin revisarnos el bolsillo?
El cinismo se apodera de algunos profesores universitarios, conformistas, hasta atreverse a decir que estamos bien. Otros, más fanáticos, se ubican en la posición política del gobierno de turno para atreverse a descalificar a quienes reclaman lo justo. Otros tantos, pasivos, esperan que unos pocos solucionen sus problemas. Unos pocos intentan hacer recapacitar a todos y convencerlos de que las luchas por una mejor vida se deben dar unidos, porque todos, sin excepción, hemos tomado la opción del estudio para el trabajo digno y progresista.
“El estudio para el progreso”… Y el progreso se construye en la medida en que entendamos que todos tenemos el derecho a una vida sin carencias, una vida en donde todos tengamos las mismas oportunidades, una vida que nos alcance para cubrir tanta “cotidianidad”, y que, además, nos quite la preocupación de pensar mañana: ¿y con qué pago el pasaje para ir a mi trabajo?
Profa. Francys Peretti
Departamento de Idiomas Modernos
Escuela de Humanidades y Educación
UDO - Núcleo de Sucre
1 comentario:
Distinguida profesora:
Permitame darle mi modesto apoyo en todo lo manifestado en su misiva publicado en el diario local "Region". referente a los profesores, sean estos activos o pasivos. Estos ya pasaron su tiempo de "estudio para el progreso". Pero continua, porque la Casa más Alta sigue allí... y son ustedes en la lucha diaria de mantener la luz del alma mater con la energía que todos, unos tal vez ya no con la misma intensidad por su edad y/o retirados.. Pero otros continúan..y ese flujo de pasión por la universidad es la razón de ser de todos los universitarios: estudiantes, profesores, empleados y obreros... Y ninguno. puede obviar todo aquello que Ud. echa en la cara de muchos directamente responsables, y que algunos no se dan por aludidos, por ahora...Es un documento que a muchos nos hubiéra gustado ser autor de tal contenido... Mi aliento para Ud.
Con todo respeto y aprecio, lo saludo
Eduardo M. Maldonado P. ex-profesor de la Esc. Ciencias
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