UDISTAS
Región, 17-04-2013, p.14
Grupo Udistas
La vivencia del 14A proporcionó una
experiencia liminar que develó la existencia de una idea de país que, al
transcurrir las horas, se dejó atrás y la manifestación de una realidad
escondida que se puede leer a través de los resultados electorales.
Con una candidatura que comenzó en franca desventaja,
la oposición democrática asumió su participación como un deber ineludible
frente a las perversiones del poder que hoy padecemos; pronto el fin perseguido
alimentó esa inicial actitud y la convirtió en una hazaña política, en un
fenómeno electoral imposible de ignorar.
Afianzado en la idea de inclusión, de participación
ciudadana, de trabajo en equipo; con ideas modernas sobre la democracia, el futuro,
el progreso, el derecho al bienestar, se consolidó en un tiempo cortísimo el
liderazgo de Henrique Capriles, de tal manera que hoy la mitad de la población
espera su voz y da muestras claras de responderle y de acompañarlo en la
conducción del país.
La jornada del domingo condensó la forma abusiva en
que el gobierno ha conducido al país desde hace catorce años. El uso ilegal de
los recursos públicos para financiar y operativizar la campaña del candidato
oficialista, la coacción a sectores vulnerables por su dependencia de las
instituciones públicas, la participación de la milicia como factor político, la
parcialidad descarada del árbitro electoral, en síntesis, la corrupción y el
secuestro de las instituciones y los poderes públicos configuraron unas condiciones
muy difíciles de enfrentar desde la minusvalía en la que se encuentra la
ciudadanía.
Independientemente de los resultados electorales
oficiales, tenemos un país dividido en dos partes. Vivimos un país concreto, el
mismo para todos los venezolanos sin distingo de participación política, pero
las miradas, las reflexiones que se hacen de él están definidas por dos
modelos, dos formas de pensamiento, dos criterios de acción, al parecer
antagónicos.
Por un lado tenemos un proyecto heredado de un líder
fallecido, basado en el personalismo, en el monopolio del estado, la
desaparición de las diferencias personales, la limitación de las libertades, el
control de las instituciones y el debilitamiento de la soberanía que lleva el
desgaste natural de catorce años de incompetencia. Por otro lado, contamos con un
proyecto surgido de un esfuerzo colectivo con aportes de especialistas
venezolanos, fundamentado en criterios de descentralización y alternabilidad,
basado en las libertades individuales y en el respeto de los derechos humanos,
que busca incorporar al país al progreso mediante la productividad y la
educación.
Desde el corto trayecto de la campaña y del panorama
que brindan los resultados electorales, rescatamos dos elementos claros de
entre una multitud de ellos, todos dignos de atención. El primero es que el Estado
ha reconocido oficialmente, a través del órgano electoral, que una mitad del
país adversa la forma en la que se conducen los destinos de la patria. El otro
elemento es la incorporación decidida de los jóvenes a una tarea histórica
vital para la calidad de su vida y la de la sociedad.
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