miércoles, 17 de julio de 2013

Lecciones de sumisión

UDISTAS
Región, 17-07-2013, p.14

Adriana Cabrera*

No hay nada que sea más antinatural para un maestro que abstenerse de educar. Es así, porque ser docente es una condición personal, una vocación, no sólo un trabajo. Hoy, los profesores universitarios, agobiados por las condiciones laborales y por la amenaza sobre la autonomía, han emprendido un cese de actividades académicas. Y lo han hecho con dolor, venciendo muchas reconvenciones internas, en el entendido de que lo que se juega es la vida de la universidad. No entender la magnitud de la amenaza requiere, sin duda, muy altas dosis de ingenuidad o de ceguera ideológica.
La autonomía es ese concepto luminoso de rango constitucional e incidencias muy concretas que sostiene el ser de la universidad. Se ejerce mediante la capacidad de sus instituciones para autocoordinarse y administrarse, por supuesto, respetando las normas del Estado. Madre de la libertad de pensamiento, garantía democrática de la coexistencia de las diferencias (expresadas académicamente en la libertad de cátedra), es una condición que el Estado está obligado a proteger. Por supuesto, resulta incómoda para todos los gobiernos, sobre todo si son autoritarios.
Desde hace años, este gobierno imparte a las universidades lecciones de sumisión. Trataré de resumir:
La primera, implica ya muchos años de asfixia presupuestaria que han sumido a las instituciones en la depauperación de su infraestructura y servicios estudiantiles, tanto como de las posibilidades de investigación y producción académicas.
La segunda, la más conocida, el enflaquecimiento de los sueldos de los profesores y el resto de los trabajadores universitarios a extremos míseros, en muchos casos, por debajo del sueldo mínimo establecido.
La tercera, tiene como objetivo principal el intervencionismo sobre los fondos y el patrimonio de las universidades. No se ha tratado únicamente de expropiaciones de dudosa legalidad, sino de injerencias indebidas sobre fondos que se han constituido con esfuerzo económico de los universitarios. La cuarta lección sólo podía darse al avanzar sobre las anteriores: sometidos a la costumbre del maltrato institucional, agotados por condiciones de vida insostenibles, el gobierno ofrece aumentos engañosos e insuficientes (entre otras razones porque nos despoja de años de trabajo que deben traducirse en prestaciones) a cambio de consentir, bajo los términos de la Convención Colectiva, el menoscabo de la autonomía universitaria. Al actual Ministro de Educación Universitaria le ha tocado trabar el yugo. Pero la bestia resultó terca y no termina de someterse. Destinada para el saber, hay lecciones que se niega a acatar.
Los universitarios comenzarán a recibir en sus cuentas bancarias pagos de un engañoso aumento impuesto (los yugos también se uncen con miel) y conviene recordar que las lecciones de sumisión enseñan a agradecer como dádivas lo que es derecho, fruto del esfuerzo honrado. Esas lecciones no forman docentes ni ciudadanos, sólo adiestran la obediencia y el conformismo.


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* Profa. Dpto. Filosofía y Letras UDO-Sucre

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