UDISTAS
Región, 02-10-2013, p.14
Henrry Lezama*
Para algunos, el conflicto
universitario debe darse por terminado. Se supone que la Convención Colectiva Única
satisface las exigencias de las universidades autónomas venezolanas. Nada más
alejado de la realidad. No sólo la situación económica de los universitarios se
mantendrá paupérrima con esta galopante inflación, sino que los problemas
estructurales, tanto físicos como de funcionamiento, persistirán (a riesgo de un colapso total) hasta tanto el gobierno entienda que la
universidad debe ser despolitizada y debe privar lo académico por encima de las
agendas ideológico-partidistas. Pero, esto no es nada comparado con el problema
de fondo que debería empezar a preocupar a universitarios y demás gremios
educativos: la tragedia de la Educación Primaria y Secundaria. Si la crisis
actual no acaba con la universidad venezolana, lo hará la mediocridad del
producto final que egresa cada año de nuestros liceos (y cuya intencionalidad
político-ideológica no ha sido discutida con la urgencia y profundidad que
amerita).
La frustración y el conformismo
parecen haberse apoderado de docentes y padres. Unos hartos de imposiciones de
las autoridades educativas; hartos de repetir exámenes remediales a estudiantes
que se burlan de un sistema que les ha dado más derechos que deberes; los otros
sólo interesados en que sus muchachos “pasen”, aunque no lo merezcan (¿cuántos
padres contrastan el número de horas que dedican sus hijos a sesiones de juegos
de video o Facebook con el tiempo dedicado a su formación académica/intelectual?).
Cuando tergiversaciones del artículo 112 de LOE (establece exámenes remediales
cuando 30% o más de estudiantes no aprueben evaluaciones), o circulares como la
6696 (interpretada como obligación a repetir
evaluaciones, de diferentes tipos, grado de dificultad mínimo, meta 100%
aprobados) se imponen al sentido
común, uno se pregunta: ¿Qué tiene que pasar para que los involucrados
reaccionen? ¿Cuándo fue la última vez que Venezuela midió a nivel internacional
la calidad de su educación y qué posición ocupó?
Para aquellos que piensan que la
culpa es de los docentes, no olvidemos que los docentes, cual militares, deben
obedecer órdenes, por inmorales que sean; no hacerlo significaría enfrentarse a
padres, otros colegas, directiva del plantel o la mismísima Zona Educativa.
¿Hasta dónde aguantarán los
docentes tanta incongruencia (condiciones laborales, sueldos, desgaste físico y
mental, normas que protegen a estudiantes mediocres e irrespetuosos)? ¿Dónde
está la infraestructura física y logística para canalizar talentos y
potencialidades, corregir conductas indeseables, y garantizar la calidad
académica de los estudiantes? ¿Cuál es la evidencia científica del éxito de las
políticas actuales para justificar su profundización?
La educación venezolana hace rato dejó
de formar carácter y contempla maniatada el resultado de políticas educativas
erradas.
Mientras tanto, se diluye la lucha
en negociaciones de exiguos aumentos salariales, cuya resignada aceptación sólo
valida los desaciertos del gobierno y posterga la verdadera revolución
educativa.
* Prof. Dpto. idiomas Modernos UDO-Sucre
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