miércoles, 9 de octubre de 2013

Entre lo dicho y hecho, un abismo

UDISTAS
Región, 28-08-2013, p.14
Rafael Rasse*

Las comunicaciones de la FAPUV expresan nuestras firmes demandas de respeto a la autonomía y pluralidad universitaria, la asignación de un presupuesto justo a las universidades y reclamo de la vigencia de las Normas de Homologación; así mismo, el cumplimiento por parte del gobierno nacional de los aportes federativos para la seguridad social de los profesores y la atención debida a las reivindicaciones estudiantiles, además de la exigencia de nombramiento de los representantes del CNU que integrarán la comisión técnica que discutirá con nuestra Federación la aplicación de las Normas de Homologación.
FAPUV tiene sobradas razones para sostener que “el conflicto continúa en los mismos términos hasta alcanzar los objetivos”, si consideramos que el gobierno, intentando mostrar cara dialogante, ha firmado compromisos de obligada observancia que no pasan de reconocer lo que la Constitución, leyes, reglamentos y convenios establecen: reconocer la vigencia de las actas convenio de los profesores universitarios y los acuerdos firmados con la FAPUV, aceptar que la clasificación del personal docente y de investigación es la establecida en la Ley de Universidades, o admitir la libertad de asociación gremial, entre otros. Así las cosas, cabe preguntarse qué interés tiene el gobierno en alimentar este conflicto, porque el problema no está en lo dicho (reconocido), pues, como sugiere el refrán, “¡Del dicho al hecho, hay mucho trecho!”
Este trecho, en la realidad, es un abismo, porque el gobierno y su representante, el Ministro de Educación Universitaria, Pedro Calzadilla, no ha podido hacerlo mejor para que sea exactamente lo contrario a lo dicho. De hecho, este conflicto no existiría si el Gobierno hubiese cumplido los compromisos laborales con los profesores, obligaciones violadas desde el 2004; si se hubiese reunido con la FAPUV, a quien hoy reconoce como legítimo representante de los profesores, para acordar condiciones salariales y laborales dignas; si hubiese asignado presupuestos suficientes para el funcionamiento de las universidades, en vez de congelarlos durante 6 años, para que hoy reconozca su obligación de financiar la educación universitaria. Nada de esto estaría pasando hoy.
La FAPUV y el movimiento estudiantil han estado unidos en la exigencia de mejores condiciones de trabajo y de estudio. Le toca al Ministro y al gobierno en general llevar a hechos lo que ha dicho y ratificado en las mesas de diálogo, haciendo honor a la palabra, porque -¡extrañamente!- también ha reconocido el carácter progresivo de los derechos laborales, por lo que queda entendido que ninguna convención (léase I CCU) puede desmejorar las condiciones de trabajo de los profesores.
El acoso y la violencia no han tenido los efectos que esperaban. Este conflicto es de las bases profesorales pronunciadas en asambleas y finalizará una vez que se hayan alcanzado los objetivos planteados.

*Prof. Dpto. Psicología e Investigación Educativa UDO-Sucre

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