Luego de una exhaustiva revisión de los nuevos estatutos contenidos en la novísima Ley de Educación Universitaria, me topo con una inmisericorde degradación de mi estatus de educador, de maestro, de profesor; ahora ostento el genérico de trabajador académico, el cual, según entendidos en materia socialista, ha de darme un carácter de igualdad dentro de la institución a la cual pertenezco desde hace ya muchos años; al parecer, carácter necesario para sustentar el modelo ideológico-político en que se apoya la mencionada ley, que -además- echa por tierra el más universal de los preceptos constitucionales referidos a la educación universitaria, el que invoca la diversidad de corrientes del pensamiento como elemento fundante de la actividad universitaria.
A mi entender el sustantivo masculino profesor conlleva un amplio significado; lleva implícita no solo una carga socio-cultural, sino que su mayor carga la aporta el sentido filosófico-pedagógico que denota. Una carga semántica determinada por principios y normas estatuidas en un tácito código de comportamiento ético y moral, un estilo de vida al servicio de la ciudadanía y un sistémico cúmulo de roles intelectuales y sociales de carácter humanístico, humano. Es el de profesor el más democrático e ‘igualitario’ de todos los roles profesionales. Ser maestro, ser educador, o sencillamente ser profesor universitario, implica sentido de pertenencia a la sociedad, tolerancia y respeto por el otro y sus particularidades, y un exclusivo reconocimiento de las condiciones psico-cognitivas de quien se forma, de aquellos que sin distingo de raza ni de credo, y mucho menos discriminación por género, acuden a las aulas universitarias.
La denominación genérica de trabajador académico o de trabajadora académica –construcción lingüística innecesaria, hecha en una demostración ampulosa con sentido de segregación– me lleva a inferir la vaguedad de un término que implicaría incluir dentro del gremio docente a aquellos que, desprovistos de cualquier formación intelectual, pedagógica y didáctica, pretendieran asumir la loable labor de Profesores Universitarios; es decir, un ropaje que permite camuflar la incompetencia que desde hace mucho tiempo ha sido un lastre dentro de las universidades, ya tratado en el histórico Manifiesto de Córdoba de 1918, pero que ahora volvería por sus fueros con mayores libertades, amparado en una denominación tan vacía como la de trabajador académico o trabajadora académica. Realmente, el lenguaje sirve no sólo para develar sentidos, sino también para ocultar intenciones y propósitos.
En un arrebato de rabia e impotencia justificadas, me declaro PROFESOR per sécula seculórum. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el sustantivo Profesor como la “Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte”, y eso es lo que hago, eso es lo que haré: enseñar. Me niego a perder mi libertad de cátedra; me mantengo apegado a los principios de una disciplina científica, cuyas investigaciones, avances y descubrimientos, determinan el rumbo para establecer las políticas de planificación curricular acordes con las necesidades y características propias de la población; me niego a perder mi libertad de adquirir conocimientos, los conocimientos generados desde la reflexión filosófica, los que necesito para mejorar mi trabajo, los que yo desee, los que me dicten mis necesidades intelectuales y vocacionales; me niego a perder mi libertad de formarme para formar en el marco del desarrollo del pensamiento académico, científico y pedagógico, necesarios para la educación del hombre libre, crítico, culto. Pero, por sobre todas las cosas, me niego a perder el estatus que me he forjado con tanto esfuerzo, durante tantos años de trabajo y de estudios –con esto no pretendo ser egoísta–. Me niego a ser un simple trabajador académico con todas las ficticias significaciones que conlleve el término. Por último, una interrogante: ¿Será que pronto a los médicos se les llamará trabajadores sanitarios, a los periodistas trabajadores mediáticos, a los abogados trabajadores judiciales…?
Prof. José Marcano Carpintero
Dpto. Currículo y Administración Educativa UDO-Sucre
marcanocarpintero@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario