Recuerdo mi primer día de clases en la Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre. A muchos les parecerá tonto saber que casi llegué de la mano de mi madre al salón de clases, pero para mí no lo es.
Con mi 1.72 de estatura y mis 17 años de edad sabía que la protección de mi madre correspondía a lo que cualquier madre o padre debe hacer por sus hijos: estar pendiente de ellos y protegerlos. Yo continué mi camino con el apoyo y la orientación que me convirtieron en una estudiante ejemplar que iba a la universidad a hacer lo que todo estudiante debe hacer: estudiar.
Sin embargo, esto no es lo que, como profesora, he observado en la mayoría de mis estudiantes, a quienes he tratado, de una manera u otra, como a mis propios hijos. No exijo que todos los representantes tomen de las manos a sus hijos y los lleven a sus clases, no; pero sería de gran importancia que se interesaran por sus vidas una vez que salen de sus casas a la universidad. Nuestra labor como profesores es ardua: hacemos lo posible para lograr que nuestros estudiantes sean los mejores profesionales y seres humanos, pero no podemos protegerlos completamente.
La Universidad de Oriente, en particular, este Núcleo (con todas sus extensiones), nuestro segundo hogar, no está exento de problemas tan graves como la venta y el consumo de drogas (incluido el alcohol), el hampa común, y la violencia de jóvenes que han ingresado como estudiantes y se han convertido en delincuentes, sin escrúpulos, armados, capaces de destruir la imagen de la Casa más Alta, saqueando, destruyendo su patrimonio y poniendo en peligro la vida de toda su comunidad. Ante tal estado delictivo vienen a mi cabeza muchas preguntas: ¿Dónde están las madres y los padres de estos estudiantes que desde hace ya un largo tiempo realizan acciones fuera de la ley? ¿Dónde están los representantes de los estudiantes que se supone asisten día a día a sus salones a aprender? Y por lado: ¿Por qué nuestras autoridades decanales por más de cuatro gestiones han permitido llegar a una situación de la magnitud de lo acontecido el miércoles 27 de octubre de 2010 en nuestro recinto universitario? ¿Dónde están las fuerzas policiales estadales y/o municipales ante tanta injusticia? ¿Cuándo comenzó esta sociedad a cambiar su moral y ética y a afianzar este mundo al revés?
La protección de nuestros hijos se inicia por enseñarles la diferencia entre el bien y el mal. ¿Aprueban ustedes que sus hijos lleven a casa el producto de un saqueo? Si existen problemas de conducta en los hijos, es deber de madres y padres velar porque reciban la ayuda que les permita comportarse como ciudadanos. ¡Nadie quiere que nuestros muchachos se pierdan y sigan el camino equivocado!
Por otra parte, ¿consentirían ustedes, madres y padres, que sus hijos asistieran a sus clases sabiendo que, en cualquier momento, el hampa común o un grupillo de violentos podría atentar contra sus vidas?
Los profesores en asamblea exigieron a las autoridades decanales no reiniciar las clases hasta que las condiciones de seguridad dentro del recinto estuvieran garantizadas. Las promesas presentadas por ellos han sido incumplidas; nuestro Núcleo y sus extensiones siguen siendo “tierra de nadie”, la debida vigilancia brilla por su ausencia. Sin embargo, debemos retornar para cumplir con un calendario… ¿Será que es más importante cumplir el cronograma académico que la propia vida los miembros de la comunidad universitaria?
Nos invade el mundo al revés cuando sabemos que muchas de nuestras actuales autoridades estatales y municipales mostraron una conducta errada dentro de la Universidad, portadores de un historial de irrespeto a instituciones, daños a la propiedad privada y saqueos constantes que justificaron con el pretexto de ser “defensores de la Universidad”. El conocimiento de todo esto no contuvo la infame elección por parte de un pueblo cuya ignorancia carcome nuestra ética y de nuestra moral fuera y dentro de la Universidad. ¿Cuándo empezarán nuestros dirigentes a enmendar la imagen de Universidad que ejemplificaron? ¡Asfaltar el campus universitario no corrige su estado de violencia e inseguridad!
Hace aproximadamente un año pasé a formar parte del grupo de personas amenazadas en Cerro Colorado, entre otros profesores, empleados, obreros y estudiantes. Lo que acontezca de aquí en adelante será responsabilidad de quienes pretenden tapar la realidad con un dedo: nuestras autoridades.
Madre, padre, representante: abre tus ojos. Acompaña la vida académica de tus hijos; acércate a la institución que elegiste para ellos; apóyala y participa en las actividades por una Universidad digna y segura… ¡Del pueblo venimos... y del pueblo somos familia!
Profa. Francys Peretti
Dpto. Idiomas Modernos
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com
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