Miércoles 19 de enero de 2011 / p. 14
La sustitución de lo establecido en la Constitución Bolivariana por los designios del Presidente es uno de los principales signos de esta revolución. Los postulados del líder máximo son presentados como incuestionables. Todo mortal que los contraste es inmediatamente excluido del círculo de los elegidos. Como demostración patética está la aberrante ley que evita los “saltos de talanquera”, aprobada compulsivamente por la extinta Asamblea Nacional. Según la revolución, ahora “amorista”, los opositores o disidentes no merecen ningún respeto, no tienen ningún derecho. A la usanza de los más pavorosos regímenes socialistas, por suerte histórica, desaparecidos en su totalidad, a excepción de Cuba.
Tal conducta debe ser rechazada en los espacios universitarios. Colegas con los cuales compartimos en algún momento luchas se han encerrado en un ghetto ideológico y siguen ciegamente los dictados de Miraflores. Sólo así podría explicarse que los reclamos sobre la pérdida de calidad de vida y las graves deficiencias bajo las cuales se imparte la enseñanza universitaria sean ignorados y se denomine “golpistas” a quienes los suscriben.
Desde 1992 se han producido una infinidad de golpes de estado en Venezuela. El primero lo lideró nuestro actual presidente; el segundo, involucró a una pléyade de personajes del gobierno y de cierto sector extremista de la oposición en 2002. Los restantes han sido cometidos por altos funcionarios del gobierno, léase, la Fiscal General, los jueces del Tribunal Supremo, los diputados de la Asamblea Nacional, los Ministros y, por supuesto, el Presidente, cada vez que realizan actos o sancionan y ejecutan leyes que van contra lo establecido en la Constitución Nacional.
Hay venezolanos (me cuento entre ellos) que creyeron (y creen) que los problemas de corrupción, falta de legitimidad y desempeño económico que aquejaban a la Venezuela del siglo XX no se resolverían con un golpe de estado. Los reclamos legítimos no justifican la comisión de actos ilegales. Muchos venezolanos no estuvimos de acuerdo con las acciones ejecutadas por el Presidente, el alto mando militar, el Ministro de la Defensa, Carmona y quienes lo acompañaron en aquellos aciagos días de abril de 2002. Con sus acciones, estos personajes demostraron que sus ansias de poder estaban por encima de la vida de decenas de venezolanos que murieron durante ese bochornoso suceso.
Los universitarios debemos denunciar el golpe de estado continuo que se comete al enrumbar el país hacia un tal socialismo, que no está contemplado en la Constitución; que se violen derechos, como el de la propiedad, el de elegir y ser elegido y el debido proceso, consagrados en la Carta Magna; que se entregue la presidencia de un ente tan importante como Mercal a funcionarios del gobierno cubano o se suscriban de manera inconsulta contratos entreguistas con China y Bielorrusia.
Se requiere de un análisis sereno y de mentes ponderadas para señalar a nuestros jóvenes cuál es el camino.
Prof. José Rafael Díaz Ramos
Dpto. Biología Marina
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com
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