Con obvio perjuicio para la simpática especie, se extendió la imagen de que la Asamblea Nacional era un recinto de focas pusilánimes teledirigidas desde Miraflores. Así, dejaron de legislar y controlar a los otros poderes, y en diciembre, para cerrar con broche de oro, confeccionaron un conjunto de leyes para brindar soporte dizque jurídico a las actuaciones del dueño del circo. Una de estas leyes a la medida fue la llamada Ley de Educación Universitaria; con ella se pretende ponerle la mano, apoderarse de las universidades autónomas y privadas, recintos bastante esquivos, hasta ahora, a los “cantos” de focas.
Las universidades públicas han sido tradicionalmente centros de rebeldía, crítica y lucha por el respeto a la democracia y de los derechos humanos. En el pasado reciente a esta tradición se han sumado estudiantes y docentes de instituciones universitarias privadas; de modo que el sector en su conjunto representa un fuerte escollo para las pretensiones totalitarias del señor de las focas.
Además de centros de difusión cultural y divulgación de conocimientos, las universidades autónomas son las principales productoras de ciencia y tecnología del país. Se sabe que la cultura, la información y el conocimiento hacen a los hombres más reacios a los intentos de sumisión. Como no han podido “conquistar” a las mayorías universitarias, ahora pretenden estrangularlas con un cerco legal.
A tal fin el proyecto de Ley de Educación Universitaria, ahora en suspenso, incluye, entre otros aspectos: el cambio de la estructura de cogobierno por un esquema asambleario que hará más ineficiente la administración universitaria, la imposición de una nueva denominación de los gremios estudiantiles, la redefinición (o mejor, disminución) de la autonomía y de la comunidad universitaria, la concentración en la figura del ministro de competencias que actualmente tienen cuerpos colegiados electos por los universitarios, la conversión de los docentes e investigadores universitarios en trabajadores académicos (denominación difusa e innecesaria), la ideologización de la creación y el trabajo intelectual de los universitarios al pretender que este contribuya (¡por ley!) a la construcción de un tal socialismo, que no aparece en nuestra Constitución.
A las focas y a su señor les decimos que no hacía falta que se devanaran el seso pariendo esta esperpéntica ley para demostrar lo eficiente que pudiera llegar a ser la educación universitaria socialista; el gobierno tiene bajo su control total varios recintos universitarios en los que ha podido probar “las bondades” de la educación hecha en socialismo. Estas universidades socialistas no se destacan precisamente por sus logros académicos mientras sus infraestructuras se deterioran sin atención ni mantenimiento.
El Núcleo de Sucre de
No nos llamemos a engaños: el gobierno ya mostró sus intenciones para con las universidades. El Presidente no tiene atribuciones constitucionales para vetar ninguna ley (en todo caso, según el art. 214 de
Las focas quedaron retratadas de cuerpo entero, cuando salieron a aplaudir y a apoyar la no promulgación de la ley que días antes ellas mismas habían aprobado con la señal de costumbre. Afortunadamente este tipo de pinnípedos políticos son animales en vías de extinción.
Prof. Ramón Ochoa
Dpto. Psicología e Investigación Educativa
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com
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