miércoles 30 de noviembre de 2011 / p. 14
Profa. Graciela Acevedo
Dpto. Sociología UDO-Sucre
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com
Cualquiera que se acerque en estos días a la sede del Decanato del Núcleo de Sucre experimentará la incertidumbre en una acepción muy precisa, la de la perplejidad. No es para menos; motivos de la mayor perplejidad son las puertas clausuradas del despacho decanal, las paredes manchadas con ofensas imposibles de pensarse como discurso universitario, el miedo rondando -por lo menos en la imaginación de los trabadores de Cerro del Medio-, los cuentos de amenazas de saqueos, de desvalijamiento de los automóviles, la descripción de cómo algunos funcionarios rotan sus sedes de despacho por temor al secuestro, la reducción de hecho de las horas de trabajo, la impunidad frente a la ocupación del vital espacio académico, el dilatado tiempo de una medida extrema -la toma-, sin que ella resuelva la problemática planteada (si la hay) que convierte a la sede del gobierno del Núcleo en un “territorio liberado” sin ley, y, por sobre todo, el desconocimiento de la validez de la causa de esta situación y el silencio oficial.
La suspensión, por motivos de forma, de los diferentes procesos eleccionarios que darían solución de continuidad al estancamiento en las gestiones de gobierno en los diferentes espacios políticos universitarios nos coloca ante otra acepción de la incertidumbre: la duda. Dudamos, en primer lugar, de la legitimidad de las acciones de un grupo de personas que anteponen elementos formales (artículo tal o cual, formato tal o cual) al derecho primigenio, originario, que tenemos las personas de solventar, en democracia, las diferencias y de constituir las distintas formas de gobierno. Dudamos de esto sobre todo porque existe un patrón de suspensión de procesos comiciales en aquellos donde no existe la certeza de la victoria oficial. Dudamos, en segundo lugar, de la legitimidad, con las que se revisten los gobiernos que no pueden ser sustituidos de acuerdo a la voluntad democrática y que se convierten, por ello, en gobiernos desgastados, llevados por la inercia, el peso muerto que arrastra todo aquello que está caduco.
Gran parte de la vida universitaria se vive en inseguridad: No hay respuestas para las preguntas que inquieren por la oscuridad del Núcleo, por la falta de vigilancia, por la escasez o ausencia de unidades para las rutas estudiantiles, por el control de vehículos ajenos a la actividad universitaria…No hay respuestas al miedo de los docentes al dictar clases en condiciones de inseguridad física, ni al de los estudiantes que reclaman el derecho de contar con un medio de transporte seguro cuando su última clase sale, por ejemplo, a las ocho de la noche. No hay respuestas a las preguntas de cuándo y cómo se castiga a los delincuentes que hacen -con demasiada frecuencia- que desaparezca la certeza de poder llevar a cabo la planificación docente (por ejemplo, cualquier hora de clase, en cualquier día, cualquier época del año).
La incertidumbre imprime su sello en la vida académica en nuestro Núcleo, marca el inicio de los semestres y la finalización de los mismos. La incertidumbre impide a los estudiantes proyectar, aunque estudien duro, el momento de culminar sus estudios. No podemos, con antelación, programar clases, ni eventos o encuentros académicos. La incertidumbre como dinámica se impone a la planificación, al orden de las secuencias, a la proyección de las acciones académicas, a la consecución de metas, de objetivos.
Estas formas de incertidumbre, básicas, imposibles de soslayar por patentes, impiden que la universidad cumpla con el deber de plantear otras formas de duda que se desprenden del ser universitario: la duda metódica de la que hablaba Descartes, la importancia de las inquietudes científicas, la inseguridad necesaria para los procesos creativos, tan asociados a la perfectibilidad de la ciencia, a la corrección de los errores, o la desaparición de las certezas teóricas, de las que tanto se ha hablado en otras universidades, en los últimos tiempos.
La institucionalidad universitaria se ha desdibujado en el Núcleo de Sucre. La incertidumbre produce apatía, falta de sintonía; llegamos a ser capaces de creer cualquier cosa porque dudamos de todo, porque nada es seguro.
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