miércoles, 23 de mayo de 2012

Verdugos de la UCV


Humberto García Larralde
Representante profesoral ante el Consejo Universitario de la UCV 
humgarl@gmail.com

El jueves 17 de mayo la Sala Electoral del TSJ impuso una multa de Bs. 18.000 a cada uno de los miembros del Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela[1], alegando desacato de una decisión tomada por ella el 10 de agosto del año pasado en la cual se obligaba a esta Casa de Estudios suspender toda elección interna hasta tanto no reformara el reglamento electoral interno, conforme a lo dispuesto en el artículo 34 de la Ley Orgánica de Educación (LOE). Asimismo, ordena al Consejo Universitario  instrumentar esa reforma en los 10 días hábiles siguientes y a remitirle el nuevo reglamento. Tal decisión constituye un atropello a la autonomía universitaria, a la libertad de conciencia de los integrantes del máximo organismo universitario y a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), además de a otros preceptos legales. Veamos.

1.       De la aprobación de Ley Orgánica de Educación (LOE):
La LOE fue aprobada “entre gallos y medianoche” del 13 de agosto, luego de una sola discusión en plenaria de la Asamblea Nacional (AN). El proyecto de ley presentado a la consideración del cuerpo legislativo no guardó relación alguna con lo aprobado por consenso en primera discusión en 2001, cuando la AN era mucho más representativa y plural[2]. Lo que se aprobó fue un proyecto nuevo, que requería de dos discusiones en plenaria, no una, conforme a lo establecido en los artículos 207, 208 y 209 de la CRBV. Tratándose de una ley orgánica, debía haberse remitido a la Sala Constitucional del TSJ para que ésta se pronunciara sobre su constitucionalidad y rango orgánico antes de ser promulgada, como obliga el artículo 202 de la Carta Magna, cosa que tampoco se hizo.

El proyecto de ley, cocinado a espaldas incluso de miembros de la Comisión de Educación Cultura y Deportes de la AN, fue conocido por los diputados apenas una semana antes de su aprobación definitiva, sin incluir su Exposición de Motivos. Las reiteradas peticiones de autoridades universitarias y organizaciones sociales comprometidas con el hecho educativo, de posponer su discusión para permitir así una amplia consulta luego del inicio de las clases en septiembre, no sólo fueron desoídas, sino que sus proponentes y acompañantes, al dirigirse en manifestación a la Asamblea Nacional, fueron reprimidas salvajemente por la policía y por bandas armadas pro gobierno.

Por tanto, esta ley carece de legitimidad democrática por violar disposiciones constitucionales para su aprobación, entre los cuales cabe destacar la ausencia de toda consulta a los interesados.

2.       Del artículo 34 de la LOE
El # 3 del artículo 34 de la LOE señala que la autonomía universitaria implica:

Elegir y nombrar sus autoridades con base en la democracia participativa, protagónica y de mandato revocable, para el ejercicio pleno y en igualdad de condiciones de los derechos políticos de los y las integrantes de la comunidad universitaria, profesores y profesoras, estudiantes, personal administrativo, personal obrero y, los egresados y las egresadas de acuerdo al Reglamento. Se elegirá un consejo contralor conformado por los y las integrantes de la comunidad universitaria.


Este artículo contraría al artículo 109 de la CRBV, que señala que:
El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley. Se consagra la autonomía universitaria para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. Se establece la inviolabilidad del recinto universitario. Las universidades nacionales experimentales alcanzarán su autonomía de conformidad con la ley.
Es decir, se reconoce que el ejercicio autonómico reside en la comunidad universitaria de profesores, estudiantes y egresados, entre otras cosas, para darse “sus normas de gobierno”. Por demás, lo dispuesto en el #3 del artículo 34 de la LOE fue negado en el referéndum sobre cambio constitucional sometido a la consideración de los venezolanos el 2 de diciembre de 2007, que reconocía expresamente “el voto paritario de los y las estudiantes, los profesores y las profesoras, trabajadores y trabajadoras para elegir las autoridades universitarias” (art. 109 del proyecto de cambio constitucional).
Por último, al quedar derogada la Ley de Educación Universitaria (LEU) a comienzos de 2011 por el presidente Chávez en razón de que no fue consultada, necesariamente sigue vigente la Ley de Universidades de 1970, que sostiene, en su artículo primero, que la universidad es fundamentalmente una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”.

1.       El voto “1 x 1 x 1” destruirá la universidad
La universidad es una institución con fines específicos de naturaleza académica, especializada en la generación e impartición de conocimientos, en la que la toma de decisiones debe enmarcarse en la prosecución de estos fines. Las autoridades universitarias son primordialmente académicas, no políticas, por lo que su escogencia debe responder a méritos de solvencia académica. Esta verdad demarca el ámbito de los procesos eleccionarios dentro de la universidad, limitada a quienes integren su comunidad académica y, por ende, corresponsables en velar por la prosecución de sus fines específicos.

La democracia universitaria es, por tanto, distinta a la democracia política, en la que todo ciudadano tiene el derecho a expresarse a través del voto para elegir a sus gobernantes. Esta distinción es común a toda institución especializada en la prosecución de fines específicos en los que la existencia de ciertas capacidades, experiencias o méritos, son determinantes para la toma de decisiones. En esto reside, precisamente, su institucionalidad. De ahí que la autoridad, la toma de decisiones y el ámbito de lo electoral en el Tribunal Supremo de Justicia y en la Asamblea Nacional, por ejemplo, esté circunscrita a los magistrados y los diputados, respectivamente, a pesar de tener una amplia gama de empleados subalternos que laboran en actividades de apoyo. Tampoco en la Fuerza Armada votan los soldados. El hecho de que esta verdad tan obvia, tan evidente, sea soslayada por los legisladores oficialistas que aprobaron la LOE y por los magistrados de la Sala Electoral que arremeten contra la UCV, indica que el fin buscado es la destrucción de la institucionalidad universitaria, de las normas, valores y mecanismos para la toma de decisiones que aseguren la prosecución de sus fines.

La propuesta del voto igualitario, en la cual cada profesor, estudiante, empleado, obrero y egresado tiene un voto, subordina la prosecución de fines académicos a los intereses particulares de grupos y gremios mayoritarios. Los profesores serían una ínfima minoría, no obstante ser quienes más competencia tienen para garantizar la supremacía de lo académico. Siendo mayoría los estudiantes y los egresados, éstos impondrían a las autoridades y, progresivamente, los cambios en la normativa interna a favor suyo, en correspondencia con sus intereses y puntos de vista.

Ni la verdad científica, ni la evaluación de los educandos, ni el desarrollo de soluciones a los problemas del país, se deciden por mayoría de votos. La democracia universitaria está en la discusión exhaustiva, desde distintas perspectivas, de las pretensiones de “verdad” de enunciados y descubrimientos, así como de la conveniencia e idoneidad de los métodos utilizados para arribar a ella. No se puede imponer una verdad y menos una razón política a una universidad, sin desnaturalizar sus funciones[1]. Más que poder político, en la universidad priva la autóritas que se deriva de méritos académicos. Las jerarquías universitarias deben asentarse en la ascendencia académica, profesional y ética que las legitime ante la comunidad como conductores y garantes idóneos de los procesos de docencia, investigación y extensión. Si bien el voto permite la competencia entre estilos y propuestas de gestión universitaria, sólo es pertinente si redunda en la preminencia del conocimiento, en un ambiente donde prevalezca la razón y el debate plural por sobre otras consideraciones.

La pertinencia de la universidad se fundamenta en el cumplimiento eficaz de sus fines académicos. La restricción de la autonomía académica implícita en la propuesta del voto igualitario y en el proyecto político que la motiva atenta contra la misión fundamental de la universidad como poderosísimo instrumento para el desarrollo del país. La universidad autónoma proporciona una de las pocas ventanas a la frontera del conocimiento de la humanidad con que cuenta Venezuela. Su capacidad de constituirse en interlocutora de los centros más avanzados en el mundo reside, precisamente, en la competencia para tomar decisiones en estricto apego a criterios de excelencia académica. La sujeción del quehacer universitario a una normativa externa rígida con intenciones de control político, acaba con estas posibilidades. Por ello es menester respetar el régimen autonómico de las universidades, para resguardarlas de presiones políticas, económicas o religiosas que la desvíen de su misión. La eliminación de los méritos académicos como criterio y condición para la elección de los órganos de cogobierno, somete a la universidad a prácticas populistas, de reparto corporativo-gremial, que habrán de desnaturalizar irremediablemente su función y destruir sus pretensiones de excelencia. Con ello se sabotea la necesidad de poner a Venezuela al día con los avances del conocimiento científico, humanístico y tecnológico de la humanidad. Que los estudiantes del futuro y sus familiares se olviden de la “marca registrada” de calidad que significa hoy un título de la Universidad Central de Venezuela, si se logra imponer este mecanismo de elección.

Cabe señalar que en ninguna universidad del mundo hemos encontrado un régimen electoral como el propuesto por el “1 x 1 x 1”, mucho menos en las instituciones del llamado “bloque socialista”, que mantenían un control político estricto sobre sus universidades, como lo sigue haciendo Cuba.

2.       La profundización de la democracia universitaria

Los argumentos esgrimidos para rechazar lo dispuesto en el numeral 3 del artículo 34 de la LOE no pretenden señalar que el mecanismo existente no pueda perfeccionarse. Me atrevería a señalar que existe un consenso mayoritario para revisar el régimen electoral e incorporar al estudiante de postgrado –inexistente como figura en la Ley de Universidades de 1970-, reducir la preponderancia de los profesores jubilados en el claustro, incluir en este cuerpo a los instructores por concurso y considerar una mayor ponderación del estudiantado que el actual 25%. Asimismo, el Consejo Universitario de la UCV conoce desde hace años de una propuesta para abrir espacios de participación en la toma de decisiones de naturaleza administrativa de sus empleados y trabajadores, como en todos aquellos asuntos referentes a sus condiciones de trabajo. La fundamentación de estos cambios requiere, empero, una nueva Ley de Universidades.



En atención a estas consideraciones, el Consejo Universitario, con base en una propuesta presentada por una comisión designada de su seno para analizar las implicaciones de la citada sentencia de la Sala Electoral del 10 de agosto de 2011, y en ejercicio de sus potestades autonómicas, decidió abrir una amplia consulta a la comunidad que hace vida en la universidad sobre los mecanismos electorales deseados. Entre otras cosas, se han realizado discusiones en los Consejos de Facultad y en asambleas de estudiantes, profesores y empleados, y una delegación de empleados y trabajadores consignó una propuesta de reglamento –en este caso recogiendo lo del 1 x 1 x 1- al Consejo Universitario. La imposición de la Sala Electoral corta de tajo esta discusión y vulnera abiertamente la autonomía universitaria, amén de contrariar la recomendación del presiente Chávez cuando vetó la LEU de abrir un debate sobre la legislación universitaria.

            Cabe señalar que en las universidades que controla directamente este gobierno tan preocupado por la “profundización de la democracia” y el “respeto por los derechos de participación protagónica e igualitaria” no hay elecciones para nombrar autoridades, consejos de facultad, de escuela, representación estudiantil, ni tampoco para centros de estudiantes. Estos últimos simplemente no existen. Como es sabido por todos, las autoridades de esas instituciones son nombradas a dedo por el alto Ejecutivo.

1.       El compromiso con nuestra conciencia
Convencidos de que la aprobación de un mecanismo como el propuesto en el #3 del artículo 34 de la LOE acabaría con la Universidad Central de Venezuela como la conocemos y es violatorio de preceptos constitucionales y legales, la Sala Electoral comete un atropello de monta mayor al ordenarle al Consejo Universitario que redacte un reglamento con esas características. Si este régimen quiere destruir la institucionalidad universitaria por que no tiene otra manera de controlarla (sus fuerzas se revelan ínfimas en todas las elecciones realizadas internamente) que lo haga directamente y sufra las consecuencias políticas de violar la autonomía. Recurrir a la vía judicial para allanar las potestades autonómicas de la UCV con una orden que obliga a sus autoridades a instrumentar el mecanismo que la aniquilaría como universidad seria, es un atropello a la dignidad y a la libertad de conciencia de quienes integramos el Consejo Universitario. En la Casa que vence la sombra a través del debate de ideas y el contraste de opiniones para encontrar soluciones justas, ordenarle que se someta sin chistar a la opinión del gobierno es negar la esencia del quehacer universitario. La UCV no es un cuartel para estar doblegándose a órdenes de una autocracia. ¡Que se atreva el gobierno a redactar e imponer el reglamento en cuestión!

La Universidad Central de Venezuela puede exhibir orgullosamente un largo historial de aportes a la solución de variados problemas del país y a la promoción de una cultura democrática. De sus aulas han salido legiones de dirigentes, tanto del sector público como del privado, que han contribuido, cada uno a su manera, con el desarrollo del país. Gracias a su conciencia crítica y capacidad de movilización en defensa de los principios libertarios, han dejado huella en la construcción de una república civil y moderna, cohortes de estudiantes y profesores como es el caso de las “generaciones” del ’28, del ’36, del ’57 y la que luchó por rescatar la autonomía vulnerada por el allanamiento del primer gobierno de Rafael Caldera. Hoy el movimiento estudiantil vuelve a levantar las banderas de la libertad en protesta contra el atropello y cierre de medios de comunicación y el desconocimiento de derechos humanos básicos por parte del gobierno. La UCV siempre ha sido un baluarte de democracia, de libertad y de las mejores intenciones para con el país ante abusos del poder. La significancia de este historial no puede ser simplemente echado por la borda. No seremos nosotros los verdugos de la UCV.

Una muestra de que la decisión de la Sala obedece a criterios políticos por encima de otras consideraciones, es su reconocimiento de que la UCV debería acatar su sentencia por ser “un ejemplo” para las demás universidades. Es decir, con el hara-kiri que se nos pide instrumentar, se espera quebrar el espinazo de la resistencia crítica que ofrece el sistema de universidades autónomas ante los intentos de imponer un pensamiento único en el país que acabaría con su razón de ser. Por demás, la retaliación por no prestarnos a sus designios se expresa en que deliberadamente se escogió imponernos la mayor multa posible de acuerdo con la normativa vigente, de 200 unidades tributarias.

En nombre de los intereses superiores del Pueblo alemán –volk- en la noche del 10 de mayo de 1933 fueron quemados por estudiantes nazis frente a la universidad de Berlín, unos 20.000 libros de autores de renombre mundial –alemanes y extranjeros[1]- para dar paso a la edificación de una cultura propia del Tercer Reich, la única aceptable. Asimismo, fueron expulsados los profesores de ascendencia judía de las universidades. Era obligatorio que todo miembro de las profesiones docentes, desde pre-escolar hasta las universidades, perteneciera a la Liga Nacional Socialista de Profesores y jurar “obediencia y lealtad” a Adolfo Hitler.

En este empeño hegemónico, la jurisdicción descentralizada de escuelas públicas y universidades fue sustituida por un control centralizado bajo el Ministerio de Propaganda. La purga de autores o científicos “impuros” de los pensa de estudios fue adelantada en aras de la pretendida supremacía del conocimiento ario, lo cual, desde luego, resultó ser desastroso para el sistema educativo alemán. Fue despedido todo académico que se expresara en contra del Nacional Socialismo, llevando a muchos a guardar silencio antes de perder su carrera. “Era una escena de prostitución” -reflexionaría luego uno de los despedidos, el profesor Wilhelm Roepke- “que manchó la honorabilidad de la enseñanza alemana”. Confiesa tristemente otro ilustre profesor germano el resultado a que llevó la obsecuencia de las universidades ante tales designios: “Las universidades alemanas faltaron, cuando todavía había tiempo, en oponerse públicamente, con todo su poder, a la destrucción del conocimiento y del estado democrático. Fallaron en mantener el faro de la libertad y del derecho encendido durante la noche de la tiranía”.[2]

Constituye un trágico ejemplo de lo que puede suceder si los universitarios nos sometemos dócilmente a los designios de la vocación fascista que se despliega desde el poder.  



HGL, 20/05/2012


[1] Salvo a dos representantes del oficialismo, que votaron en contra del calendario electoral para elegir autoridades, aprobado a comienzos de marzo del presente año.
[2] Este proyecto fue engavetado luego de que el presidente Chávez amenazara recibirlo con “el bate de Sammy Sosa”.
[3] La subordinación del conocimiento a objetivos políticos –casos de Lysenko y del desprecio por la cibernética por considerarla ciencia “burguesa” en la Unión Soviética de Stalin; arrase de la academia durante la Revolución Cultural China-, significó un serio descalabro para las ciencias y las artes de esos países. El atraso en aquellas disciplinas más afectadas fue lamentable y llevó por fuerza a costosos procesos de rectificación. La expulsión de académicos judíos de las universidades y la quema de libros que no expresaran las “verdades” de la prédica nacional-socialista alemana, tuvo similares efectos bajo el Tercer Reich.
[4] Entre otros autores, pueden mencionarse a Stefan Zweig, Thomas Mann, Albert Einstein, Sigmund Freud, Jack London, H.G. Wells, Emile Zolá, Marcel Proust y muchos otros.
[5] Profesor Julius Ebbinghaus, Shirer, Op. cit.,:251-2. Los últimos dos párrafos fueron extraídos del libro de mi autoría, El fascismo del siglo XXI, Random House Mondadori, Caracas, pp. 397-8.

miércoles, 16 de mayo de 2012

En torno a la reforma del Reglamento Electoral de la UDO


REGIÓN,  miércoles 16 de mayo de 2012, p. 10

Grupo UDISTAS
http://udistasns.blogspot.com




En torno a la reforma del Reglamento Electoral de la UDO

Ante el llamado por parte del Consejo Universitario de la Universidad de Oriente a participar en la reforma del Reglamento Electoral de esta institución, que acata la orden emanada de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, el grupo Udistas comunica a todos los sectores de la colectividad universitaria su posición al respecto.
Constituye una falta grave contra la comunidad universitaria y la institucionalidad de nuestra Universidad el sometimiento inconsulto a esta decisión de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia.
En Udistas percibimos muy claramente la intención política del gobierno nacional de quebrar la autonomía de nuestras universidades, sin reparar en la inconstitucionalidad de actuaciones tales como la pretensión de reglamentar vía judicial. Nos resulta muy claro que al gobierno no le interesa profundizar la democracia universitaria. Si así fuera, sería muy sencillo que empezaran aplicando estos principios en las universidades experimentales que controlan, donde las autoridades son nombradas por el gobierno y no electas, y donde se persigue o anula la disidencia.
La profundización de la democracia que se alega en la decisión en cuestión es una farsa que, de concretarse, causará daños permanentes a la universidad. Los universitarios deben rebelarse ante este atropello. En consecuencia, denunciamos y rechazamos enérgicamente las argucias y artimañas legales que soportan estas pretensiones, y, con redoblada fuerza, exhortamos a las autoridades de la universidad y a todos los miembros de nuestra colectividad a defender con firmeza el derecho que nos asiste. La debilidad de nuestras posiciones no ha servido sino para nuestro perjuicio.
Estimamos que las universidades autónomas han debido mantenerse unidas en la posición inicial que demandaba por inconstitucional, ante el TSJ, el numeral 3 del artículo 34 de la Ley Orgánica de Educación, en cuya manipulación se funda el peligro inminente que hoy nos vemos obligados a repudiar. Como siempre, la división ha sido perjudicial y ha impedido difundir ampliamente esa posición y presionar, mediante actividades públicas, para que fuese tomada en cuenta. Igual actitud compacta debió permanecer ante la decisión de la Sala Electoral, y no ceder al chantaje, como bien han hecho la UCV y la UC.
También advertimos la falta de una discusión anticipada, amplia y abierta de estos aspectos problemáticos con profesores y estudiantes, acompañada del necesario apoyo especializado, acciones que han debido ser promovidas por las instancias directivas de la universidad. Tal proceso hubiera permitido una actitud más sustentada, coherente y firme.
Enfatizamos:
La Universidad de Oriente no debe, a través de sus autoridades rectorales y su Consejo Universitario, asumir una decisión de acatamiento de reforma del Reglamento Electoral sin reparar en las graves consecuencias que esto tendría en el presente y futuro de la vida universitaria, que no hay que olvidar que es, en esencia, académica.
Debe ser revisada la correspondencia entre lo dispuesto en la Constitución y lo establecido en la Ley de Educación. Es indispensable la elaboración y aprobación de una Ley de Universidades, siempre acorde con la Constitución, para lo cual debe impulsarse la difusión de los proyectos de ley presentados por las universidades autónomas y grupos académicos ante la Asamblea Nacional.
Somos de la posición de que la convocatoria, organización y realización de las elecciones de autoridades rectorales y decanales ya vencidas debería hacerse con base en el actual Reglamento Electoral, pues es el que se sustenta en lo dispuesto por la Constitución y en la Ley de Universidades vigentes.
Que nadie se engañe, el acatamiento de la decisión avala una intervención disimulada. Los razonamientos jurídicos para cuestionar su aplicación son claros y han sido expuestos al país por personalidades e instituciones comprometidas con la salud democrática de nuestras universidades. En tal sentido, refrendamos los argumentos de la comisión designada por el Consejo Universitario de la UCV (ver: http://uvero.adm.ula.ve/prensa/index.php/informe-de-la-comision-designada-por-el-cu-de-la-ucv-sobre-las-implicaciones-de-la-aprobacion-del-reglamento-electoral-que-ordena-el-tsj/)
Proponemos que nuestra Universidad se una al rechazo contra la imposición oficial que otras universidades han iniciado y que activemos mecanismos para la participación, en sintonía con el espíritu de inclusión y de corresponsabilidad colectiva
Colegas, es momento de demostrar el apego al valor de la libertad académica y de enfrentar el intento de sojuzgar a la autonomía universitaria. Nos toca defender la UDO, no entregarla.

GRUPO UDISTAS: EN TORNO A LA REFORMA DEL REGLAMENTO ELECTORAL DE LA UNIVERSIDAD DE ORIENTE




Ante el llamado por parte del Consejo Universitario de la Universidad de Oriente a participar en la reforma del Reglamento Electoral de esta institución (ver: http://www.udo.edu.ve/index.php?option=com_flexicontent&view=items&cid=19&id=2943&Itemid=223), que acata la orden emanada de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, el grupo Udistas comunica a todos los sectores de la colectividad universitaria su posición al respecto.
Constituye una falta grave contra la comunidad universitaria y la institucionalidad de nuestra Universidad el sometimiento inconsulto a esta decisión de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia.
En Udistas percibimos muy claramente la intención política del gobierno nacional de quebrar la autonomía de nuestras universidades, sin reparar en la inconstitucionalidad de actuaciones tales como la pretensión de reglamentar vía judicial. Nos resulta muy claro que al gobierno no le interesa profundizar la democracia universitaria. Si así fuera, sería muy sencillo que empezaran aplicando estos principios en las universidades experimentales que controlan, donde las autoridades son nombradas por el gobierno y no electas, y donde se persigue o anula la disidencia.
La profundización de la democracia que se alega en la decisión en cuestión es una farsa que, de concretarse, causará daños permanentes a la universidad. Los universitarios deben rebelarse ante este atropello. En consecuencia, denunciamos y rechazamos enérgicamente las argucias y artimañas legales que soportan estas pretensiones, y, con redoblada fuerza, exhortamos a las autoridades de la universidad y a todos los miembros de nuestra colectividad a defender con firmeza el derecho que nos asiste. La debilidad de nuestras posiciones no ha servido sino para nuestro perjuicio.
Estimamos que las universidades autónomas han debido mantenerse unidas en la posición inicial que demandaba por inconstitucional, ante el TSJ, el numeral 3 del artículo 34 de la Ley Orgánica de Educación, en cuya manipulación se funda el peligro inminente que hoy nos vemos obligados a repudiar. Como siempre, la división ha sido perjudicial y ha impedido difundir ampliamente esa posición y presionar, mediante actividades públicas, para que fuese tomada en cuenta. Igual actitud compacta debió permanecer ante la decisión de la Sala Electoral, y no ceder al chantaje, como bien han hecho la UCV y la UC.
También advertimos la falta de una discusión anticipada, amplia y abierta de estos aspectos problemáticos con profesores y estudiantes, acompañada del necesario apoyo especializado, acciones que han debido ser promovidas por las instancias directivas de la universidad. Tal proceso hubiera permitido una actitud más sustentada, coherente y firme.
Enfatizamos:
• La Universidad de Oriente no debe, a través de sus autoridades rectorales y su Consejo Universitario, asumir una decisión de acatamiento de reforma del Reglamento Electoral sin reparar en las graves consecuencias que esto tendría en el presente y futuro de la vida universitaria, que no hay que olvidar que es, en esencia, académica.
• Debe ser revisada la correspondencia entre lo dispuesto en la Constitución y lo establecido en la Ley de Educación. Es indispensable la elaboración y aprobación de una Ley de Universidades, siempre acorde con la Constitución, para lo cual debe impulsarse la difusión de los proyectos de ley presentados por las universidades autónomas y grupos académicos ante la Asamblea Nacional.
• La Universidad de Oriente, en unión sólida y activa con las otras universidades autónomas, debe mantener una posición de defensa de la autonomía en todos sus órdenes, tal como lo establece la Constitución Nacional.
• Somos de la posición de que la convocatoria, organización y realización de las elecciones de autoridades rectorales y decanales ya vencidas debería hacerse con base en el actual Reglamento Electoral, pues es el que se sustenta en lo dispuesto por la Constitución y en la Ley de Universidades vigentes.
Que nadie se engañe, el acatamiento de la decisión avala una intervención disimulada. Los razonamientos jurídicos para cuestionar su aplicación son claros y han sido expuestos al país por personalidades e instituciones comprometidas con la salud democrática de nuestras universidades. En tal sentido, refrendamos algunos de los argumentos presentados a la opinión pública nacional por la comisión designada por el Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela para el estudio de esta situación, en cuyo informe, de manera precisa y contundente, se asientan las razones para rechazar esta maniobra (ver: http://uvero.adm.ula.ve/prensa/index.php/informe-de-la-comision-designada-por-el-cu-de-la-ucv-sobre-las-implicaciones-de-la-aprobacion-del-reglamento-electoral-que-ordena-el-tsj/)
La Asamblea Nacional Constituyente de 1999 mantuvo la visión académica de la comunidad universitaria, del mismo modo que la Constitución de 1961, por lo que el artículo 109 de la Constitución actual reprodujo la integración de la comunidad universitaria, entendida como comunidad académica, pues esto es la universidad en esencia, es decir, profesores y estudiantes
Tan evidente resulta la definición constitucional de la comunidad universitaria que, en el proyecto de reforma constitucional de 2007, la Asamblea Nacional agregó, a las propuestas del Presidente de la República, la modificación del artículo 109 de la Constitución para incluir una norma según la cual “La ley garantizará el voto paritario de los y las estudiantes, los profesores y las profesoras, trabajadores y trabajadoras para elegir las autoridades universitarias”. Esta modificación fue rechazada por los electores en el Referendo Constitucional de diciembre de 2007.
La Ley Orgánica de Educación, aprobada de forma muy irregular en agosto del 2009 (ver aspectos del informe de la comisión especial de la UCV), cuyo artículo 34 sirve de “fundamento legal” a las decisiones de la Sala Electoral del TSJ, descarada e ilegalmente, contradice la Constitución. La LOE infringe el artículo 109 de la Constitución, pues en el numeral 3 del artículo 34, violenta la integración de la comunidad universitaria, dado que el precepto constitucional la limita a los profesores, estudiantes y egresados, mientras que lo dispuesto en el artículo de la ley la amplía incluyendo en dicha integración al personal administrativo y obrero, cuando, como antes dijimos, esa fue una proposición negada por la Asamblea Nacional Constituyente, y también por el pueblo al rechazar la reforma de la Constitución en el referendo de diciembre de 2007.
Además, el numeral 3 del artículo 34 de la LOE modifica la naturaleza académica del derecho a elegir las autoridades universitarias, y lo convierte en un derecho político, con la finalidad de desnaturalizar la “igualdad de trato”, que permite elegir a las autoridades mediante el voto ponderado de los integrantes de la comunidad universitaria, e introducir la figura del mandato revocable de las autoridades; al hacerlo vuelve a infringir el artículo 109 de la Constitución. Lo establecido en esta ley desconoce la diferencia que existe entre el derecho académico, que es el consagrado en la Constitución (autogobierno), y el derecho político, cuyo ejercicio básicamente tiene como finalidad la participación de todos los ciudadanos en la formación de la voluntad general del Estado.
Como criterio relevante, cabe destacar que la LOE infringe el artículo 102 de la Constitución, que define el derecho a la educación como un servicio público fundamentado en el respeto a todas las corrientes del pensamiento; mientras que esta ley, al consagrar la construcción del socialismo como un propósito obligatorio, niega ese respeto.
La Sala Electoral del TSJ parece estar consciente de que la LOE está incompleta, y por ello dictó sus “consideraciones” para hacerla aplicable, sin preocuparse de que al emitir esas consideraciones estaba invadiendo competencias de la Asamblea Nacional. La Sala Electoral legisla para hacer aplicable la LOE y al hacerlo viola la separación de poderes, principio constitucional.
Por otro lado, la Ley de Universidades no ha sido derogada; es, por tanto, la que sigue rigiendo y en consecuencia no se puede desconocer su vigencia.
La Sala Electoral infringe el principio de la libertad de conciencia de los integrantes de la comunidad universitaria, al desconocer el artículo 109 de la Constitución, según el cual “El Estado reconocerá la autonomía universitaria […] y “Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento […]” En efecto, no puede la Sala Electoral dar órdenes ni a la Rectora ni al Consejo Universitario de que elabore un Reglamento en una forma determinada y en un plazo fijado, como si estos órganos fueran subordinados de la Sala Electoral.
La Sala Electoral, con sus sentencias, desconoce del precedente sentado por la Sala Constitucional de que participar en las elecciones universitarias es un derecho académico. En sentencia Nº 898, del 13/05/2002, la Sala Constitucional anuló una sentencia de la Sala Electoral en la que se había establecido el criterio de que en las Universidades el derecho al voto es un derecho político. En esa oportunidad, la Sala Constitucional estableció criterios vinculantes en el sentido de que la participación de los profesores en la elección de autoridades es un derecho académico, no un derecho político, por lo que “no puede aludirse a los artículos 62 [derecho a participar en los asuntos públicos] y 63 [derecho al sufragio] de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, para estimar inconstitucionales los artículos 52 y 55 de la Ley de Universidades (u otros similares de la misma ley), ya que éstos últimos no se refieren al sufragio ni a la participación política, sino a la composición de una autoridad universitaria y de sus atribuciones, lo que escapa a la teleología de las garantías sobre sufragio y participación política invocadas”. Desconoce, pues, la Sala Electoral un precedente vinculante, pues la Sala Constitucional, en la sentencia indicada, no estaba interpretando ninguna ley, sino estableciendo la recta inteligencia de la Constitución, la cual es obligante para la Sala Electoral e incluso para la Asamblea Nacional.
La Sala Electoral del TSJ olvida el precedente sentado por la Sala Constitucional sobre las distintas formas de entender el principio de igualdad en las elecciones universitarias. En su sentencia Nº 898, del 13/05/2002, la Sala Constitucional estableció que el principio de igualdad puede entenderse de diversas maneras: la igualdad como equiparación, que conduce a la igualdad matemática, y la igualdad como diferenciación, conforme a la cual pueden establecerse desigualdades positivas, como es la que ocurre en la elección de representantes indígenas a los cuerpos deliberantes, sin lo cual estas categorías de ciudadanos no estarían representados. De allí concluye la Sala que, en el ámbito académico, es lícito aplicar el principio de igualdad como diferenciación No obstante, la Sala Electoral establece en su sentencia que cuando la LOE se refiere al derecho a elegir autoridades “en igualdad de condiciones”, alude necesariamente a la igualdad como equiparación, con lo cual, por una parte, desconoce el criterio vinculante de la Sala Constitucional y, por la otra, se sustituye al legislador para determinar el principio de igualdad aplicable en las elecciones universitarias.
Colegas: hay momentos cruciales en los cuales nuestra función educativa y nuestra conciencia de la historia del espíritu humano como forja de la dignidad no dejan lugar a vacilaciones. Es momento de demostrar el apego al valor de la libertad académica y de enfrentar, con todos los recursos posibles, el intento de sojuzgar a la autonomía universitaria.
La necesidad, marcada con el espíritu de la democracia, de encontrarnos alrededor de lo que nos es más caro -mantener la Universidad ante las pretensiones totalitarias- exige una reflexión menos mediatizada. Podemos encontrar las vías.
Proponemos que nuestra universidad se una al rechazo contra la imposición oficial que otras universidades ya han iniciado y que activemos mecanismos para la participación, en sintonía con el espíritu de inclusión y de corresponsabilidad colectiva.
Nos toca defender la UDO, no entregarla.

UDISTAS SOMOS TODOS
Cumaná, 14 de mayo de 2012
Por el Grupo Udistas:
Firmas en el original.

viernes, 11 de mayo de 2012

Con las manos en los bolsillos…

REGIÓN,  miércoles 09 de mayo de 2012, p. 10

 Profa. Francys Peretti

Dpto. Idiomas Modernos UDO-Sucre
http://udistasns.blogspot.com

Lector, si vistes algún tipo de ropa con bolsillos, no es extraño que guardes cosa en ellos; lo que sí puede serlo es que unas manos en los bolsillos puedan servir para mantener la calma en situaciones en las que la calma esconde una tormenta.
El viernes 04 de mayo fue un día más en Cerro Colorado, nuestro Núcleo universitario. Como siempre, estábamos dedicados a nuestro trabajo y encontramos lo que ya se ha vuelto costumbre: ver a nuestro alrededor a jóvenes y no tan jóvenes, sin oficio, jugando truco y consumiendo licor, muchos de ellos vistiendo atuendos acordes con las playas cumanesas, desdibujando una institución con más de 50 años como academia de prestigio nacional e internacional. ¿La causa? Muchos afirman que es falta de autoridad. Yo afirmo que es la combinación de una serie de causas, entre las que se encuentra principalmente la apatía y desidia de mis colegas y, por qué no, de toda una comunidad que observa y permite que se les falte el respeto y se les imponga una convivencia violenta y poco ética. “Ahora hacemos lo que nos da la gana aquí…” Total, nadie dice nada y no hay representantes que vean lo que estos llamados “estudiantes” hacen cuando no están en casa. Pero se equivocan.
Después de enfrentar los desórdenes y vulgaridades de estudiantes frente al aula P3-5, durante mi clase de Inglés básico, y los embates de la lluvia que ese viernes inundó jardines y salones, acudí, con mi pantalón de bolsillos grandes, a la oficina 27, donde mis colegas achicaban, con desesperación de náufragos, sus cubículos inundados. Inmediatamente y parados frente a la plaza de las rosas, escuchamos gritos desenfrenados y pupitres que se arrastraban. Durante 15 minutos soportamos el escándalo sin saber qué sucedía. Fue mucho tiempo; no es mi estilo ver que algo pasa y no saber qué es. Subí al pasillo de los salones de Cursos Básicos.
Frente a mis ojos estaban estudiantes consumiendo alcohol; en el pasillo tres garrafas de licor servían de “trofeos”. Otro grupo permanecía dentro del CB-105, sin luz, bebiendo, ¿consumiendo algo más…? Con mis manos en los bolsillos les ordené retirarse a sus casas. Más de 20 personas iniciaron su algarabía burlona mientras desalojaban el lugar hacia el CB-117, para continuar su euforia etílica. Bajo la amenaza de que los fotografiaría y denunciaría, continuaron su camino. Al revisar los salones encontré pupitres volteados y sobre los escritorios. “Caos”, pensé. ¿Y el Acuerdo de Consejo Universitario (el nº 003/2007, del 22 de mayo de 2007) que prohíbe expresamente este comportamiento en el recinto Universitario? ¿Quién lo hace cumplir? ¿Y nuestras autoridades?
Valga la propaganda para el grupo “Dame Pa’ Matala” y su canción, “Los niños de hoy en día”, que describe la onda destructiva de los jóvenes de hoy, sin respeto hacia nada ni nadie, queriendo imponer conductas degradantes y vergonzosas, como la de la joven, (de aproximadamente un metro ochenta) que con actitud enajenada abanicaba su mano a pulgadas de mi cara, mientras me alegaba que ella había pasado un día atareado con clases y que necesitaba distraerse. Yo optaba por tener mis manos en los bolsillos.
Distraerse… ¿Y quién dice que no? Hágalo, pero en otra parte. Vaya para su casa, monte su mesa truquera, ponga su música a todo volumen, llévese a sus amigotes, su narguile y sus botellas de licor. Pero aquí no, está prohibido por ya citado, para los que aún lo ignoran. No hay que ser joven o viejo para saber que hay normas y esas normas deben respetarse.
No dudo de la educación que los jóvenes reciben en casa, pero están pasando cosas. Alerto a los representantes, a las autoridades universitarias, a todos mis colegas y a la comunidad universitaria en general. Convoco especialmente a quienes tienen la responsabilidad de darnos seguridad y a los que tienen la obligación de llevar a la Academia por los caminos correctos. Yo, y muchos otros como yo, estaremos de frente defendiendo el deber ser de nuestra educación superior; sólo espero que no tenga, algún día, que sacar mis manos de los bolsillos para defenderme…

Lo obvio y lo fácil

REGIÓN,  miércoles 02 de mayo de 2012, p.


 Profa. Marlyn Cabrera
Dpto. Idiomas Modernos UDO-Sucre
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Hasta hace poco me era suficiente que los muchachos insistieran en colocar música en los pasillos de la universidad para alarmarme; los veía reunidos en grupos generalmente de tres o cuatro, sentados en las escaleras o en el piso, recostados de las paredes sucias, rodeados del polvo y los desechos que la modorra, esa que nombraba un colega y amigo, les impide colocar en los escasos pipotes del campus universitario. Como todas las invasiones de las que hoy la universidad es víctima, esta colonización musical –lo cual suena engañosamente encantador– comenzó con alguien, uno solo, o unos pocos y se ha ido haciendo la costumbre de otros, muchos; se van sumando tantas ovejas hasta que el rebaño es incontenible y se trasmuta en una manada de lobos eufóricos, desopilantes y temibles.
No es un secreto para nadie que las botellas de licor pasan de mano en mano en ciertos lugares del campo universitario. También están los juegos de envite y azar. Menos obvias, aunque más aviesas, están las drogas. Todo esto entre otras vergüenzas que ya redundan por lo frecuentes y lo desatendidas. Ahora está la música, en tantas presentaciones como varíe el gusto.
El pasado jueves 26 de abril, un grupo de seis jóvenes, que difícilmente contaban los veinte años, tenían un narguile humeante y una botella de licor frente a la puerta principal del miniauditorio de APUDONS; escuchaban una música estridente que interfería con el estudio que realizaban unas jóvenes a pocos metros de distancia y con el sosiego de otros, quienes, no teniendo más sitio de esparcimiento, acuden a las adyacencias del Oceanográfico. Eran casi las 2 p.m. cuando, con bastante indignación, me tocó llamarles la atención y pedirles que se fueran. Además de lo obvio, la indignación vino por otras dos razones principales; la primera es que no encontré un vigilante a quien acudir y la segunda fue la respuesta resignada de un trabajador de la universidad: “eso es todos los mediodías.” ¿Lo más sorprendente? Los muchachos, mansamente, aguantaron el regaño y literalmente se fueron con su música a otra parte –también se llevaron el narguile y la botella. ¿Así de difícil es controlar tal situación?
Cada vez es más común que los estudiantes coloquen los llamados popularmente cubos musicales en distintas áreas de la universidad, estorbando el sano desempeño de lo que debería ser una academia.
Otro caso de este tipo de actitud delictiva melodiosamente solapada fue evidentísimo durante toda la semana pasada. En una de las mesas de concreto detrás del cafetín de Cursos Básicos, se encontraban personas de distintas edades, cuyo nexo con la universidad ignoro, bebiendo y escuchando música bastante alta. Según la opinión de varios colegas y estudiantes, tal cual lo pude comprobar el viernes a las 4 p.m., no se observaba ningún esfuerzo por ocultar las botellas y los vasos llenos de licor; reían y contaban chistes, como si estuvieran a la orilla del río en un pueblo alegre celebrando una fiesta patronal. Esta vez la música no venía de ningún dispositivo portátil, sino de dos cajones de 30 o 40 centímetros de alto. El descaro fue absoluto.
Esta situación es controlable. Todavía tenemos tiempo antes de ser colonizados por estas tropas del ruido. No estoy hablando de delincuentes. Estoy hablando de personas en actitud delincuente, muy probablemente por falta de debida orientación. Una botella de ron, un paquete de cartas, un cigarro de marihuana, todos son prestos a la clandestinidad. Pero, valga el sentido común, la música es ridículamente obvia.
Entonces, mientras que los profesores y demás adultos responsables nos ocupamos de orientar a nuestros estudiantes sobre el debido comportamiento en el recinto universitario y de ayudarlos a entender el porqué, necesitamos que la vigilancia de la universidad (aplicando las normas universitarias y de convivencia, y las directrices que suponemos deben dar las autoridades decanales) haga su parte, mínimamente en los casos donde resulta tan fácil como acercarse y realizar la petición.
Si queremos estudiantes pensantes y civilizados capaces de exhibir el comportamiento universitario adecuado, hace falta que cada quien contribuya con lo propio, porque la educación es labor de todos. No más ovejas ni lobos.

La opinión crítica como acción

REGIÓN,  miércoles 25 de abril de 2012, p. 10 



Prof. Ramón Ochoa
Dpto. Psicología e Investigación Educativa UDO-Sucre
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Después de la publicación del artículo número cien de nuestra columna, alguien hizo llegar al profesor Silvio Orta un comentario según el cual sería bueno que dejáramos de criticar, pues de tanto criticar podríamos llegar a ser fastidiosos, y sugirió que debemos pasar de la palabra a la acción. Este comentario me lleva a ocuparme del asunto de la opinión y de la crítica
Ejercemos nuestro derecho a expresar lo que pensamos y sentimos. Y sentimos y pensamos que es necesario y pertinente que lo sigamos haciendo. Obviamente nuestras opiniones pueden ser compartidas o no, debatidas, contraargumentadas e incluso ignoradas. Pero haremos lo posible y conducente para que no sean silenciadas.
Opinar y criticar son formas de actuar y lo hemos venido haciendo desde mucho antes de constituirnos como Udistas y no solo desde esta columna, sino también en nuestros departamentos, en asambleas y a través de nuestro boletín, que ha circulado en el Núcleo durante los últimos 7 años. Además de ello, hemos participado en marchas, protestas y hemos promovido la participación de los profesores en elecciones de cogobierno universitario, buscando espacios donde expresar lo que pensamos e incidir en la toma de decisiones.
De modo que no solo hemos criticado; hemos participado en la elaboración de propuestas de solución. Por ejemplo, participamos muy activamente en las mesas de trabajo que se constituyeron en nuestro Núcleo a raíz de los graves incidentes que ocurrieron en noviembre de 2010 y que dejaron parcialmente destruida la sede de APUDONS. Trabajamos allí arduamente para ofrecer salidas al estado crítico del Núcleo y hemos presionado, en la medida de nuestras posibilidades, para que las ideas y soluciones surgidas de esas mesas, fruto de la reflexión de los docentes ante los acuciantes problemas del espacio donde laboramos, fuesen conocidas por la comunidad e implementadas por las autoridades. Lamentablemente el trabajo realizado fue ignorado o desdeñado por las autoridades.
A través de esta columna y en persona hemos llamado a los sectores oficialistas a convenir un plan de rescate de la gobernabilidad del Núcleo y no hemos obtenido respuestas concretas.
Es cierto que la denuncia y la crítica están muy devaluadas en nuestro país, donde ni siquiera las irregularidades detectadas por la Contraloría General de la Republica se traducen en acciones legales contra los irresponsables funcionarios que las cometen. Muy por el contrario, el caso del río Guarapiche dejó muy claro la bizarría que se trata de imponer: perseguir a quien cumple con sus responsabilidades y acallar judicialmente a quienes denuncian.
Según cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, las protestas en Venezuela han venido aumentando; se producen cientos de protestas relacionadas con la inseguridad, la vivienda, los derechos laborales o gremiales, y, más recientemente, por la calidad del agua. Pero si las autoridades permanecen sordas a las críticas y las protestas, habrá que insistir, criticar y protestar con nuevos bríos y buscar nuevas maneras para hacernos escuchar.
Un correo enviado por el Decano del Núcleo de Sucre de la Universidad de Oriente me confirma que debemos insistir en la expresión de nuestras opiniones. El correo se titula “El vandalismo de la FCU”, y con él vienen anexas unas imágenes en las cuales el remitente señala a unos estudiantes (con nombre y apellido), acusándolos de contaminar, orinar y escupir alimentos del comedor del Núcleo. Al final parece que el Decano confía más en la justicia de la opinión y de la denuncia que en el cumplimiento de las atribuciones y responsabilidades que como autoridad tiene.
Seguiremos opinando…

Prestaciones sociales, exprópiense


REGIÓN,  miércoles 18 de abril de 2012 / p. 10

Prof. Rafael Rasse
Dpto. Psicología e Investigación Educativa UDO- Sucre
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Seguramente el gobierno esgrimirá argumentos que le permitirán presentar la actual Ley Orgánica del Trabajo como la gran panacea. Para ello deberá echar mano, como siempre lo hace, de los cuarenta años del puntofijismo, olvidando, y no por descuido, los 13 años de gobierno que preceden a la fecha del anuncio de una nueva Ley Orgánica del Trabajo, como si en ese tiempo no hubiesen pasado cosas en las relaciones de trabajo de los venezolanos, que bien vale la pena refrescar. También se harán redoblar los verbos para anunciar culpas “pasadas” por la profundización de las injusticias sociales y laborales, así como del incumplimiento de los compromisos contractuales y el entreguismo de los sindicatos patronales que han existido –y siguen existiendo– en Venezuela.
Pero a la luz de nuestros días, y con los ojos más abiertos que nunca, los trabajadores nos preguntamos por qué el gobierno no ha podido honrar los compromisos adquiridos con gremios y sindicatos en lo que respecta a prestaciones vencidas  y contratos colectivos (y normas de homologación, en el caso de los universitarios), cancelar los pasivos laborales y demás deudas acumuladas. Ahora quiere que nos comamos el cuento de que es el gran y eficiente administrador de las prestaciones de los trabajadores.
En tiempos recientes, mayo del 2011, fue pública la noticia de la estafa al Fondo de pensiones y de previsión social de los trabajadores y ex-trabajadores de PDVSA. En ese mismo año, los trabajadores de Alcasa (CVG) se encadenaron a los portones de las fábricas en protesta para reclamar el pago de sus prestaciones sociales. Pero, además, cuando este gobierno “socialista” y “humanista” decidió nacionalizar Sidor, negoció el pago de las acciones que le correspondían a las empresas transnacionales, pero el de los sidoristas (experiencias del gobierno para convertir los pasivos laborales en capital accionario), fue tirado a un saco sin fondo. Hasta la fecha no han podido cobrar.
Y qué no decir cuando se trata de solicitar el cumplimiento los compromisos contractuales. Ante la convocatoria de la FAPUV para concentrar a los profesores universitarios en la planta baja de la sede del MPPES para exigir el cronograma de pagos de deudas por concepto de intereses de prestaciones sociales, ofrecido para el último trimestre del año 2011 por el propio Ministerio, la respuestas fueron insultos y luego la arremetida policial en contra de los colegas que allí manifestaban. El argumento del gobierno ante el justo reclamo de los trabajadores por el pago de la deuda por prestaciones sociales, como lo establece la Constitución, las leyes, las Actas Convenio y los Contratos Colectivos, no puede ser la represión.
El gobierno se ha propuesto cancelar las prestaciones de los trabajadores a través de la creación de un fondo único de inversión y de pensiones con recursos de PDVSA (¿por qué no las habrán cancelado?) Después de lo presentado anteriormente, los trabajadores todos tenemos razones para estar muy preocupados y movilizados, más cuando es el propio gobierno el que se propone como administrador de estos fondos. No vaya a ser esta una herramienta para expropiarles las prestaciones a los trabajadores, quienes recibirán papeles (“petrobonos”) por un valor nominal como pago de sus prestaciones, que luego deberán cambiar en el mercado secundario por un precio menor (valor real), teniendo el trabajador que asumir las pérdidas que por concepto de esta negociación se produzca. ¿Por qué, si esta fórmula es tan buena, no es el propio gobierno quien vende los petrobonos y nos paga en efectivo, en dinero contante y sonante, como también lo establece la Constitución?
El gobierno se delata en dos verdades capitales para los trabajadores. Lo primero es su intento de tapar, con la retroactividad de las prestaciones prevista en la reforma a la Ley Orgánica del Trabajo, la creación de un Fondo Público de Prestaciones de Antigüedad que administre los ahorros de los trabajadores del sector estatal y privado –sin que nadie le haya dado esa potestad–, una trampa similar al ppprrriiiii… del pito que precede al anuncio de “PRESTACIONES SOCIALES, EXPRÓPIENSE”. Y lo segundo, no menos grave, es que no tiene recursos para pagar las prestaciones de los trabajadores. 

Descalabro académico


Prof. José Marcano Carpintero
Dpto. Currículo y Admón. Educativa /UDO-Sucre
marcanocarpintero@gmail.com
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En las últimas semanas he tenido la responsabilidad de revisar los récords académicos de jóvenes bachilleres, estudiantes de la Escuela de Humanidades y Educación, con el objetivo de seleccionar a los cursantes de la Didáctica Especial del Castellano y la Literatura, asignatura previa a la Práctica Docente; ya en otras oportunidades había hecho lo propio con récords de distintas especialidades, los resultados, similares en ambas oportunidades, me mueven a escribir este texto.
En el octavo semestre de la carrera cada estudiante debe haber aprobado una serie de asignaturas en dos componentes esenciales (el docente y el lingüístico-literario), que no sólo le brindan los conocimientos inherentes a su especialidad, sino que permiten alcanzar la formación pedagógica y las competencias didácticas y comunicativas necesarias para desempeñarse de manera eficiente dentro de un aula. Ahora bien, más del cincuenta por ciento de los récords revisados muestran un promedio de notas histórico de cuatro (4) puntos –en un sistema cuya mínima aprobatorio es cinco (5)–, el restante no pasa los seis (6) puntos; secuela de la reprobación recurrente de asignaturas que, para agravar más el escenario, suelen ser las neurálgicas en la formación base del profesor de Castellano y Literatura.
Dos factores me preocupan sobremanera de esta situación: la carencia de un proyecto de vida y la desidia. Si no hay compromiso, disciplina y un proyecto de vida que permita al estudiante universitario priorizar sus necesidades académicas; si tampoco existen los mecanismos institucionales internos, que regulen su permanencia y egreso bajo ciertas exigencias de rendimiento y calidad, es imposible desarrollar el ambiente académico necesario para la formación de nuevos educadores. Eso se traduciría en un franco deterioro de la calidad de la educación en los niveles de Educación Básica y Media, por causa directa de una mala praxis pedagógica.
Otra situación preocupante se desprende de este panorama: una considerable cantidad de los miembros de la comunidad estudiantil de la EHE-UDO ha tenido un tránsito nada halagüeño por otras escuelas y especialidades. Esos estudiantes, en un intento por recuperar el tiempo perdido, han optado por migrar a especialidades diametralmente opuestas, sin sopesar sus aptitudes vocacionales, sin medir su disposición para asumir la responsabilidad de su propia formación intelectual; sólo blanden una premisa: “Educación es más fácil”. Ahora ¿dónde radica esa referida creencia sobre la facilidad de las Ciencias de la Educación?
Me permito responder esta interrogante: la causa primaria de dicha creencia la representa la carencia de mecanismos sistemáticos de selección y admisión de los estudiantes de la Licenciatura en Educación; el acceso a la carrera se obtiene con promedios de notas muy inferiores a otras de la misma universidad, como Medicina, Informática o Bioanálisis, lo que representa cierto grado de facilidad, al menos en el acceso. Las exigencias de las asignaturas y los resultados posteriores demuestran lo contrario.
 En el área de Castellano y Literatura, a pesar de la formación académica de los profesores, de su disposición para la investigación y de sus dotes pedagógicas, no se ha conseguido despertar, en la mayoría de los estudiantes de esa mención, inquietudes que les predispongan para el estudio y la investigación por iniciativa propia. Tampoco se ha podido desarrollar en ellos la convicción ni la motivación necesarias para la formación intelectual. Entonces, surge una pregunta pertinente: ¿estamos en crisis? La respuesta es irrefutable: sí.
Pero las crisis son necesarias. Cuando las estructuras se resquebrajan y el sistema nos arrolla entramos en crisis, lo que nos permite (re)pensar(nos) para construir, con otra visión y en otros formatos, un nuevo andamiaje. El bajo rendimiento de nuestros estudiantes, evidente en sus registros de notas y en incompetencias didácticas palpables, demuestra un estado crítico. Llegó el momento de redimensionar el sistema, de empezar a construir la estructura interna que permita mejorar sustancialmente el perfil de los nuevos educadores.