REGIÓN, miércoles 18 de abril de 2012 / p. 10
Prof.
Rafael Rasse
Dpto. Psicología e Investigación Educativa UDO- Sucre
http://udistasns.blogspot.com
Seguramente
el gobierno esgrimirá argumentos que le permitirán presentar la actual Ley
Orgánica del Trabajo como la gran panacea. Para ello deberá echar mano, como
siempre lo hace, de los cuarenta años del puntofijismo, olvidando, y no por
descuido, los 13 años de gobierno que preceden a la fecha del anuncio de una
nueva Ley Orgánica del Trabajo, como si en ese tiempo no hubiesen pasado cosas
en las relaciones de trabajo de los venezolanos, que bien vale la pena
refrescar. También se harán redoblar los verbos para anunciar culpas “pasadas”
por la profundización de las injusticias sociales y laborales, así como del
incumplimiento de los compromisos contractuales y el entreguismo de los
sindicatos patronales que han existido –y siguen existiendo– en Venezuela.
Pero
a la luz de nuestros días, y con los ojos más abiertos que nunca, los
trabajadores nos preguntamos por qué el gobierno no ha podido honrar los
compromisos adquiridos con gremios y sindicatos en lo que respecta a prestaciones vencidas y contratos colectivos (y
normas de homologación, en el caso de los universitarios), cancelar los pasivos
laborales y demás deudas acumuladas. Ahora quiere que nos comamos el cuento de
que es el gran y eficiente administrador de las prestaciones de los
trabajadores.
En tiempos recientes, mayo del 2011, fue pública la noticia
de la estafa al Fondo de pensiones y de previsión social de los trabajadores y
ex-trabajadores de PDVSA. En ese mismo año, los trabajadores de Alcasa (CVG) se
encadenaron a los portones de las fábricas en protesta para reclamar el pago de
sus prestaciones sociales. Pero, además, cuando este gobierno “socialista” y
“humanista” decidió nacionalizar Sidor, negoció el pago de las acciones que le
correspondían a las empresas transnacionales, pero el de los sidoristas
(experiencias del gobierno para convertir los pasivos laborales en capital
accionario), fue tirado a un saco sin fondo. Hasta la fecha no han podido
cobrar.
Y qué no decir cuando se trata de solicitar el cumplimiento
los compromisos contractuales. Ante la convocatoria de la FAPUV para concentrar
a los profesores universitarios en la planta baja de
la sede del MPPES para exigir el cronograma de pagos de deudas por
concepto de intereses de prestaciones sociales, ofrecido para el último
trimestre del año 2011 por el propio Ministerio, la respuestas fueron insultos y luego la
arremetida policial en contra de los colegas que allí manifestaban. El
argumento del gobierno ante el justo reclamo de los trabajadores por el pago de
la deuda por prestaciones sociales, como lo establece la Constitución, las
leyes, las Actas Convenio y los Contratos Colectivos, no puede ser la represión.
El
gobierno se ha propuesto cancelar las prestaciones de los trabajadores a través
de la creación de un fondo único de inversión y de pensiones con recursos de PDVSA (¿por qué no las habrán
cancelado?) Después de lo presentado anteriormente, los
trabajadores todos tenemos razones para estar muy preocupados y movilizados,
más cuando es el propio gobierno el que se propone como administrador de estos
fondos. No vaya a ser esta una herramienta para
expropiarles las prestaciones a los trabajadores, quienes recibirán papeles
(“petrobonos”) por un valor nominal como pago de sus prestaciones, que luego
deberán cambiar en el mercado secundario por un precio menor (valor real),
teniendo el trabajador que asumir las pérdidas que por concepto de esta
negociación se produzca. ¿Por qué, si esta fórmula es tan buena, no es el
propio gobierno quien vende los petrobonos y nos paga en efectivo, en dinero
contante y sonante, como también lo establece la Constitución?
El gobierno se delata en dos verdades capitales para los
trabajadores. Lo primero es su intento de tapar, con la retroactividad de las
prestaciones prevista en la reforma a la Ley Orgánica del Trabajo, la creación
de un Fondo Público de Prestaciones de Antigüedad que administre los ahorros de
los trabajadores del sector estatal y privado –sin que nadie le haya dado esa
potestad–, una trampa similar al ppprrriiiii… del pito que precede al anuncio de “PRESTACIONES
SOCIALES, EXPRÓPIENSE”. Y lo segundo, no menos grave, es que no tiene recursos para pagar
las prestaciones de los trabajadores.
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