Prof. Ramón Ochoa
Dpto. Psicología e Investigación Educativa
UDO-Sucre
http://udistasns.blogspot.com
Después de la
publicación del artículo número cien de nuestra columna, alguien hizo llegar al
profesor Silvio Orta un comentario según el cual sería bueno que dejáramos de
criticar, pues de tanto criticar podríamos llegar a ser fastidiosos, y sugirió que
debemos pasar de la palabra a la acción. Este comentario me lleva a ocuparme
del asunto de la opinión y de la crítica
Ejercemos nuestro
derecho a expresar lo que pensamos y sentimos. Y sentimos y pensamos que es
necesario y pertinente que lo sigamos haciendo. Obviamente nuestras opiniones
pueden ser compartidas o no, debatidas, contraargumentadas e incluso ignoradas.
Pero haremos lo posible y conducente para que no sean silenciadas.
Opinar y criticar son
formas de actuar y lo hemos venido haciendo desde mucho antes de constituirnos
como Udistas y no solo desde esta columna, sino también en nuestros
departamentos, en asambleas y a través de nuestro boletín, que ha circulado en
el Núcleo durante los últimos 7 años. Además de ello, hemos participado en
marchas, protestas y hemos promovido la participación de los profesores en elecciones
de cogobierno universitario, buscando espacios donde expresar lo que pensamos e
incidir en la toma de decisiones.
De modo que no solo
hemos criticado; hemos participado en la elaboración de propuestas de solución.
Por ejemplo, participamos muy activamente en las mesas de trabajo que se
constituyeron en nuestro Núcleo a raíz de los graves incidentes que ocurrieron
en noviembre de 2010 y que dejaron parcialmente destruida la sede de APUDONS.
Trabajamos allí arduamente para ofrecer salidas al estado crítico del Núcleo y
hemos presionado, en la medida de nuestras posibilidades, para que las ideas y
soluciones surgidas de esas mesas, fruto de la reflexión de los docentes ante
los acuciantes problemas del espacio donde laboramos, fuesen conocidas por la
comunidad e implementadas por las autoridades. Lamentablemente el trabajo
realizado fue ignorado o desdeñado por las autoridades.
A través de esta
columna y en persona hemos llamado a los sectores oficialistas a convenir un
plan de rescate de la gobernabilidad del Núcleo y no hemos obtenido respuestas
concretas.
Es cierto que la
denuncia y la crítica están muy devaluadas en nuestro país, donde ni siquiera
las irregularidades detectadas por la Contraloría General de la Republica se
traducen en acciones legales contra los irresponsables funcionarios que las
cometen. Muy por el contrario, el caso del río Guarapiche dejó muy claro la
bizarría que se trata de imponer: perseguir a quien cumple con sus
responsabilidades y acallar judicialmente a quienes denuncian.
Según cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, las
protestas en Venezuela han venido aumentando; se producen cientos de protestas
relacionadas con la inseguridad, la
vivienda, los derechos laborales o gremiales, y, más recientemente, por la
calidad del agua. Pero si las autoridades permanecen sordas a las críticas y
las protestas, habrá que insistir, criticar y protestar con nuevos bríos y
buscar nuevas maneras para hacernos escuchar.
Un correo enviado por el Decano del Núcleo de
Sucre de la Universidad de Oriente me confirma que debemos insistir en la
expresión de nuestras opiniones. El correo se titula “El vandalismo de la FCU”, y con él vienen anexas unas
imágenes en las cuales el remitente señala a unos estudiantes (con nombre y
apellido), acusándolos de contaminar, orinar y escupir alimentos del comedor
del Núcleo. Al final parece que el Decano confía más en la
justicia de la opinión y de la denuncia que en el cumplimiento de las
atribuciones y responsabilidades que como autoridad tiene.
Seguiremos
opinando…
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