martes, 15 de junio de 2010

COMO UNA MUJER DE SONRISA ROTA



COMUNIDAD/ Titulares Nacionales
16/06/2010 – Pág. 8

Alguna vez imaginé que la Universidad de Oriente era la hermosa mujer recostada a la orilla de la playa, rodeada de una serie de riquezas, que aparece en un afiche invitando a unas ferias estudiantiles. Las riquezas de esta mujer representaban el conocimiento como fruto de las tareas que por mandato tiene la institución: docencia, investigación y extensión, tareas cónsonas con el lema: “del pueblo venimos, hacia el pueblo vamos”.
¿Qué se hace hoy en la Universidad? Se imparten clases cada semestre, absorbiendo nuevos estudiantes (“el pueblo”) que abultan la matrícula sin importar si hay espacio físico (salones, talleres y laboratorios), servicios (comedor, transporte, biblioteca) y el personal adecuado (profesores, empleados, obreros). La mayoría de los docentes universitarios nos dedicamos exclusivamente a dictar clases. Hay un desgano generalizado que percola hacia los estudiantes. El exceso de estudiantes y los presupuestos deficitarios impiden que hagamos estimulantes las actividades inherentes al quehacer docente. Las precarias condiciones de trabajo, los bajos sueldos, la imposibilidad de adquirir los libros y revistas especializadas necesarias para la actualización y la sorda incomprensión burocrática asfixian hasta a los más optimistas. Nuestros estudiantes, por su parte, son afectados por la crítica situación extramuros y el evidente desgano de los docentes. No saben a dónde van, ni de qué servirá la formación que reciben, deficiente, por demás, producto de las carencias en laboratorios, salidas de campo, salones y talleres. En fin, por la falta de recursos. Sólo el ingenio y la pasión de unos pocos pueden vencer un panorama tan negativo.
La investigación y la extensión son las hijas huérfanas de la institución. De nuevo la carencia de recursos, la excesiva burocracia y la desidia de autoridades rectorales y decanales hacen que la encomiable tarea de buscar la verdad, resolver problemas, dar soluciones o generar algún conocimiento (“al pueblo vamos”) sea ardua e ingrata.
Constantemente, en épocas de elecciones, escuchamos a los candidatos a autoridades rectorales y a decanos proclamar su amor y dedicación por la institución, sentimientos estos que no se traducen en resultados tangibles. Por ejemplo, a tres años de su inhabilitación, el edificio de Ciencias sigue igual, la biblioteca del Núcleo de Sucre aún no se inaugura, el nuevo comedor universitario es sólo un buen deseo y las “petroaulas” prometidas hace casi tres años aún están por armarse.
A final de cuentas, pareciera que para las autoridades sólo es importante que se impartan clases, que se entreguen las notas y que un semestre pase –aunque sea de forma gris– después de otro. Pareciera que todo es una fachada para ejercitar el poder, un poder vacío que antes del inicio condena al fracaso a cualquier gestión. La lucha necesaria para mantener una institución autónoma, digna y con presupuesto acorde a la labor que se realiza les es ajena. Lo único importante es el poder en sí mismo.
Hace mucho tiempo ya que la Universidad de Oriente no puede presentarse como esa mujer bonita de aquel afiche; es más bien como la mujer vestida de vivos colores que, con su sonrisa rota, mueve un pote de jugo, mendigando en los semáforos de nuestras ciudades, como hace mas de 20 años.

Prof. José Véliz
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com/

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