martes, 15 de junio de 2010

DE RESPONSABILIDADES Y GESTIONES (A PROPÓSITO DEL NÚCELO DE SUCRE)






COMUNIDAD / 19/05/2010 – Pág. 8
“No se trata de señalar culpables” o “Todos tenemos parte de responsabilidad en lo sucedido”: fueron expresiones repetidas en la asamblea de profesores con el Decano, realizada el pasado 26 de mayo, al informar u opinar acerca del incendio ocurrido en los depósitos de Química y Biología y del dilema del reinicio de actividades en el Núcleo de Sucre-Cumaná. Según un engañoso consenso, no debía discutirse acerca de las responsabilidades involucradas en este “accidente”, eso estaba “fuera de orden”, era “harina de otro costal”. Y así acabó todo.
En la sociedad venezolana es casi una tradición que se diluyan las responsabilidades y se desvanezcan las culpas. Resulta una práctica común esgrimir la excusa de la impertinencia al momento de identificar responsables, y se difiera esta necesidad para futuras ocasiones, que generalmente no llegan. Otras veces se descarga todo el peso de la responsabilidad o culpa sobre una sola persona, con frecuencia un funcionario menor en la jerarquía o la organización, y así las conciencias quedan tranquilas. Esta última modalidad ha cobrado mucha fuerza en nuestro país en años recientes.
Se sabe que en su origen latino las palabras ‘responsable’ y ‘responsabilidad’ derivan del verbo ‘responder’, relación etimológica de gran carga significativa para el lenguaje y para la acción. Ser responsable de algo, entonces, es tener la función y el compromiso de responder por ese algo; la responsabilidad supone, pues, asumir el deber de dar respuestas por lo que se elige, asigna u ocupa; respuestas, se estima, que deberían corresponderse con el carácter, nivel, etc., de lo que está en juego.
A la luz de estas elementales consideraciones, ante cualquier acto o situación acaecidas o en curso, particularmente en el ámbito institucional público, se trata de solicitar respuestas a quien(es) las debe(n) dar, de identificar el o los responsables, de conocer si hubo o no tales respuestas en su debido momento (y cuáles fueron, para evaluar su adecuación y eficacia). No consiste tal actitud, como muchas veces se quiere hacer ver, en un acto inquisitorial, oportunista y desnaturalizado; es el ejercicio de un derecho ciudadano y constitucional básico. Un ejercicio político, sí, en el mejor y originario significado de lo político desde Aristóteles.
De manera que cuando se valora la responsabilidad institucional lo que está en consideración es una determinada gestión (de uno o de varios), pues es en la gerencia, administración, conducción, gobierno, donde se juega la función de responder a lo que ha sido servicio elegido o mandato asignado.
Desde la perspectiva formulada, cuando se vuelve la mirada a la lamentable coyuntura vivida en el Núcleo de Sucre-Cumaná a raíz del conocido incendio, para atender a la cuestión de las responsabilidades (en plural, porque indudablemente no recae en una sola persona) se deben contemplar las gestiones institucionales del Núcleo o las relacionadas con él. Se dice que el Cuerpo de Bomberos de esta entidad universitaria había advertido en informes de los riesgos que presentaban los depósitos existentes, lo que habla de una cierta extensión temporal. Y aunque no se hubieran producido tales advertencias, se espera que los profesionales especializados conozcan de las normas existentes en la materia específica. Surgen las preguntas obvias: ¿hubo en algún momento, desde la existencia de estos depósitos (convendría saber cuándo fueron habilitados), gestiones para atender tal realidad? Por ejemplo, ¿qué hicieron efectivamente decanos, coordinadores académicos y administrativos, directores de la Escuela de Ciencias, jefes de los Departamentos de Química y Biología? ¿Qué interés efectivo prestaron a tal situación las autoridades rectorales del momento? Se subraya la efectividad, pues, es común escuchar argumentos defensivos en múltiples situaciones que consisten en decir que se enviaron comunicaciones o presentaron solicitudes; es este un paso necesario pero no se agota allí la responsabilidad.
Sería fácil concluir que estamos ante una manifestación más de la añeja e ineficiente burocracia administrativa universitaria. Esta, tristemente, es una verdad indiscutible. Pero hay otros factores incidentes, a tener en cuenta con respecto al incendio de los depósitos y todas sus dilatadas consecuencias, al igual que para un indeterminado conjunto de carencias y limitaciones acumuladas por años en nuestro Núcleo. Uno de esos factores es la falta de atención a la realidad cotidiana específica (y, por supuesto, a la solución de los problemas que se diagnostiquen a partir de tal atención) de cada unidad académica (departamento, escuela), edificio, área de servicios, transporte, y pare de contar. La palabra que desde hace tiempo se escucha en pasillos, oficinas y aulas es negligencia, antagónica a gerencia, es decir, a cuidadosa y efectiva gestión.
La dura verdad es que, más allá de discursos y posiciones dizque revolucionarias, desde hace muchos años y gestiones, el Núcleo de Sucre (no sólo el campus de Cumaná) ha venido entrando en franco deterioro en las más diversas áreas. Y que no venga el discurso tramposo de “¡Esa es tu universidad!”.
No cabe duda de que hay una atmósfera generalizada de indolencia entre los miembros de la comunidad universitaria. Pero la negligencia no puede ser distribuida equitativamente, no es de todos. Hay responsables.

Prof. José Malavé M.
udistasns@gmail.com
http://udistasns.blogspot.com/

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