UDISTAS
Región, 26-09-2012, p.14
Willians Barreto*
Uno se pregunta cuánto de lo que vemos en la burbuja
mediática será cierto, cuánto. Y los tercos hechos responden como siempre, con
la verdad.
El problema básico del presaliente con buena parte
de los profesores universitarios, los que tienen el cerebro bien amueblado,
cuyo sistema de alarma temprana funciona y tienden puentes sobre el engaño, es
que no puede embaucarlos así no más. No por tanto tiempo. Pareciera que nos
quedamos descerebrados con tanta materia gris en fuga, pero no. La Universidad
Autónoma sigue en pie y uno se pregunta de nuevo: ¿quién estará más cerca de la
nada? Nada de poder, aunque ricachón y burgués, nada de petróleo para regalar,
nadie a quien estafar, nadie a quien mandar. Tomando su amarga medicina,
moribundo de poder. Nadando en su propio estiércol. Así está.
Enfocar este artículo en el comediante presidente se
justifica porque el problema fundamental lo resolveremos el 7-O. Porque saldrá
quien fue capaz de manipular su enfermedad y la de otros. Porque le ha
importado un bledo que muchos profesores, beneficiarios del bono producto de su
magnánimo ego, sean mayores de setenta años, algunos muy enfermos. ¿Cómo se
sentirán al enterarse de que en realidad no es un petrobono sino un coprobono?
Que todo aquello fue una farsa caza bobos, que son beneficiarios de una promesa
de dudosa realización, que una deuda fue reconocida con otra deuda colateral,
que quizá el bono lo harán efectivo sus deudos y acreedores.
Encadenados, diez profesores universitarios
recibieron sus prestaciones sociales en papeles denominados Petrorinocos.
Bautizaron un papel con un valor nominal de mil petrocohetones y hasta
cantaron. Bochornoso papelón de aquellos colegas haciendo carantoñas. Me
pregunté quiénes son esos diez privilegiados y por qué diez, por qué ellos ¿Por
qué en plenas vacaciones? ¿Por qué celebran cuando les pagan prestaciones? ¿Por
qué agradecer lo que por derecho corresponde? Este perverso personaje recurrió
al excremento del diablo para seguir envenenándonos y profundizando el
resentimiento. Es tan fácil emitir esos bonos en formato electrónico sin mayor
alharaca y a nombre de todos los empleados públicos en situación de retiro (se
estiman millón y medio), no sólo a los profesores y empleados universitarios.
El presidente entrante no la tendrá fácil. Tendrá
que de verdad sembrar el petróleo y usarlo de abono. En la estupenda obra
teatral de Ibsen Martínez, “Petroleros suicidas”, Natalia Vózniak al final se
pregunta: “¿Por qué será que el petróleo envenena?”. El petróleo no envenena,
aunque se ha visto que puede usarse para idiotizar, crear más dependencia y
poner en jaque la soberanía. Vale para lo contrario y debe ser usado por los
próximos gobiernos para desintoxicar, invirtiendo en educación, educación y más
educación. Ese es el único y largo camino para el progreso.
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Prof. Centro de Física Fundamental-ULA
@wobarreto
http://udistasns.blogspot.com