UDISTAS Región,
miércoles 18-07-2012, p. 14
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José Marcano Carpintero*
En los
últimos tiempos, las circunstancias y la necesidad han reforzado la universidad
venezolana como centro de actuación política; incluso, desde las altas esferas
de gobierno, se le ha endilgado al quehacer de nuestras casas de estudios un
carácter más político que académico, con intenciones de sofocar toda corriente
de pensamiento que contradiga los lineamientos ideológicos propios del régimen.
No es
secreto para el país, y menos para los propios universitarios, todos los
entuertos jurídico-administrativos con claro tinte político generados a raíz de
la promulgación y entrada en vigencia de la Ley Orgánica de Educación del 2009,
que atenta contra de la autonomía de las elecciones de las autoridades
rectorales o decanales de las universidades y busca incidir en sus resultados.
Al
amparo de dicha ley se promueve, entre otras menudencias, la necesidad política
del gobierno de establecer una nueva reglamentación de los procesos electorales
universitarios y se fuerza, por ejemplo, la llamada paridad del voto, que equipararía los votos estudiantiles a los de
los profesores, e incluiría, a la vez, al personal obrero y a los empleados en
dichos procesos eleccionarios. Son éstas estrategias politiqueras que llevan
forzosamente a la paralización de todas las elecciones internas y a un alargamiento
innecesario de los ya vencidos períodos de gestión de las autoridades
universitarias; claro intento de impedir que sectores progresistas tomen las
riendas de las universidades para mejorar las ya decaídas actividades de
docencia, investigación y extensión.
La
paridad del voto en la comunidad universitaria es, a simple vista, peligrosa;
la población estudiantil es mucho mayor que la profesoral, es transitoria e
incluso eventual, por cuanto muchos de los estudiantes que entran a la
universidad la abandonan en menos de dos años; caso contrario el de la
población docente, que se mantiene entre veinticinco y treinta años dentro de
las instituciones universitarias. La consecuencia más notable de dicha
estrategia es que los destinos de la universidad quedarían en manos de una masa
susceptible de ser manejada políticamente desde los partidos de gobierno, como ocurriría
con la elección de las autoridades y el establecimiento de las normas de
actuación dentro de los recintos académicos, otrora espacios para el diálogo y
el debate de ideas, hoy devenidos en zonas de alto riesgo e inseguridad.
Sin
embargo, dentro de las universidades hay
un camino que se vislumbra, a todas luces, prometedor, trazado sobre la
defensa no circunstancial de la justicia y el estado de derecho que nos
corresponde como ciudadanos venezolanos. Hoy se erige un movimiento académico
responsable y convencido de cambios urgentes en las estructuras de
funcionamiento de las universidades nacionales. Es necesario asumir, desde ese
escenario, las posiciones que nos corresponden como actores principales del
desarrollo de las bases socio-políticas, científicas y culturales del país, en afán por construir
un modelo de universidad más productiva, más democrática. Autónoma.
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* Prof. Dpto. Currículo y
Admón. Educativa UDO-Sucre
http://udistasns.blogspot.com
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