UDISTAS
Región,
21-09-2012, p.14
Orángel Morey
Lezama*
“Estudia para que seas alguien en la
vida” y “estudia para que progreses” son algunas de las frases que nos quedan grabadas
en el cerebro, desde que comenzamos nuestros estudios de primaria, a quienes
pertenecemos a las clases populares.
Diferentes estudios sobre pobreza y
ascenso social demuestran cómo en los años sesenta y hasta finales de los
ochenta graduarse en alguna universidad venezolana era garantía de movilidad social
ascendente o estabilidad económica.
En la actualidad, por el contrario, y
cada vez con mayor frecuencia, destaca la cantidad de profesionales
universitarios desempleados (los hay de todas las disciplinas pero sobre todo
educadores), que hacen un trabajo distinto para el cual fueron formados o deben,
si ejercen su profesión, realizar alguna otra actividad para complementar los
gastos básicos familiares.
Esta desafortunada realidad con la que
nos encontramos hoy día puede señalar dos cosas: la primera, que la universidad
está fuera de contexto y ha perdido su conexión con la realidad del país, por
lo que produce profesionales que no son necesarios; la segunda, y cambiando la
perspectiva, que son las condiciones del país las que impiden el desarrollo
exitoso de los profesionales de hoy.
Diferentes argumentos nos llevan a
escoger la segunda opción como la acertada, ya que, por ejemplo, es ilógico
suponer que son innecesarios los educadores, sobre todo si consideramos el
constante y sostenido crecimiento poblacional del país que, desdichadamente,
contrasta con el crecimiento infraestructural, especialmente en lo que
concierne al área educativa, como escuelas, liceos y universidades.
Al reflexionar sobre el tema educativo,
José Ortega y Gasset ha destacado que las instituciones educativas dependen
mucho más del “aire público” que del “aire pedagógico”; de esta manera, es necesario
señalar el reiterado y sistemático ataque a las universidades autónomas (que
eligen sus propias autoridades) desde las altas esferas de poder, lo que sin
duda incide de modo negativo en su funcionamiento; esto es evidente tanto en la
negación del presupuesto requerido, como en su decisión de impedir el acceso a
los egresados de estas casas de estudios
al sistema educativo, al cerrar las
puertas de las instituciones públicas (las dependientes de la Zona educativa
estadal, por ejemplo) a las solicitudes de empleo.
En
este sentido, es propicio señalar la necesidad y el deseo de tener un Estado
que contribuya con el desarrollo y el progreso del país a través de la
inversión y apoyo total a sus universidades, un Estado que comprenda que la
resolución de los problemas y malestares sociales pasa por tratar con atención
y especial cuidado lo que tiene que ver con el sistema educativo, un Estado que
considere estos asuntos y convierta a las universidades en la palanca para el
progreso del país.
_________________
*
Prof. Dpto. Filosofía y
Letras UDO-Sucre
http://udistasns.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario