UDISTAS
Región, miércoles 05-09-2012, p.14
Graciela Acevedo*
Cada persona acomoda su mundo a una verdad conveniente donde todo está
perfectamente explicado. Estamos acostumbrados a asimilar el concepto de verdad
con el de realidad, pero en algunos casos vivimos la realidad a través del
engaño, más exactamente a través de la esperanza que toda forma de engaño
contiene.
Los políticos conocen el poder del engaño. Algunos justifican la mentira política
como un medio para alcanzar un orden “superior”: “el fin justifica los medios”.
Muchos, desencantados de la política, asienten las palabras del escritor inglés
George Orwell, quien afirmó que el lenguaje político está dirigido a hacer que
“…las mentiras suenen a verdades, que el crimen aparezca como algo respetable y
a darle apariencia de solidez a lo que, en realidad es puro aire.”
Afortunadamente, el papel de la ciencia en encontrar y develar la verdad.
Dentro del importante papel asignado a las universidades, a las ciencias
históricas y a las humanidades les corresponde atender, constatar e interpretar
las verdades de hecho (las realidades históricas independientes de los
intereses por el dominio del poder).
Desde la visión científica sigue siendo útil el principio de “Verum-factum”
establecido por el filósofo napolitano Giambattista Vico (1668-1744); para este
pensador, sabemos que estamos en presencia de algo verdadero cuando lo
presentado como verdad está sustentado en los hechos: “verum et factum
reciprocantur seu convertuntur” (“cuando lo verdadero y el hecho se convierten
el uno en el otro y coinciden”).
Con los hechos y con la ayuda de la ciencia podemos diferenciar a un
político moderno –que no se considera un ser predestinado, que mantiene un
ideal de progreso, que garantiza resguardar la separación de los poderes,
conocedor de la historia, defensor de la democracia, respetuoso de la libertad
individual como valor guía para el desarrollo y la paz social, que habla con la
verdad sustentada en hechos– de un demagogo, cuya principal virtud radica en
crear esperanzas con base en el engaño.
Si no hay hechos no hay verdad. Por más capacidad de compra que tenga una
chequera, por más poder de embotamiento que tenga la verborrea de un demagogo,
la verdad tarde o temprano aparecerá porque es imposible sustituirla. Ya lo ha
dicho Hannah Arendt: “…la verdad tiene una fuerza propia: hagan lo que hagan,
los que ejercen el poder son incapaces de descubrir o inventar un sustituto
adecuado para ella. La persuasión y la violencia pueden destruir la verdad,
pero no pueden reemplazarla”
El hombre creó la política, como creo los puentes, para
obtener libertad. El próximo 7 de octubre los venezolanos construiremos un
puente sobre el engaño de los últimos tiempos para rencontrar un camino
moderno, pacífico, que nos permita calzar a nuestra amada patria en el espíritu
de progreso que clama la humanidad.
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* Profa. Dpto. Sociología UDO-Sucre
http://udistasns.blogspot.com
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