miércoles, 16 de enero de 2013

Silencio sobrevenido


UDISTAS
Región, 16-01-2013, p. 14

José Marcano Carpintero*

“Decir cuando conviene decir, callar cuando sea necesario callar”: un apotegma digno de ser analizado a la luz de algunos acontecimientos que han devenido en la inquietante situación política del país. Durante los últimos treinta y tantos días hemos sido testigos de un espeluznante bombardeo de opiniones, manifestaciones de solidaridad, interpretaciones jurídicas y silencios oficiales, pero lo peor en el clima político es la incertidumbre que se ha ido adueñando del país en razón de una circunstancia sobrevenida, de la que se dice poco y se calla mucho.
En este punto la causa sobrevenida toma ribetes abstractos, misteriosos, aun cuando pareciera estar muy clara. “Sobrevenido” es todo acontecimiento que no haya sido contemplado en un cronograma o plan; “sobrevenido” es aquello que surge imprevisto y, por tanto, obsta el desarrollo de los planes que se establecen siguiendo pautas estandarizadas. Lo sobrevenido tiene que ver con una situación desconocida a la hora de asumir un compromiso, un rol o simplemente una posición u opinión que a la postre puede interferir de manera abrupta sobre las acciones de una persona o grupo de personas.
También, en el mismo contexto, aparecen dos nociones excluyentes: “falta temporal” y “falta absoluta”. La pregunta que surge es: ¿qué implica una falta? Tomemos dos términos elementales para definirla: ausencia, carencia. Sin medias tintas. Una falta nunca podría ser relativa porque asumiríamos como válido un término lógicamente imposible, “semipresencia”. En este sentido, la lógica me dice que “estoy” (presencia) o que “no estoy” (ausencia); los dos términos me obligan a pensar rigurosamente en un sentido temporal o permanente. En este punto debo resumir: el no darse en el tiempo previsto la juramentación del Primer Mandatario Nacional, por una causa sobrevenida, es decir, un imprevisto, demandaría obligatoriamente una declaración de falta temporal o de falta absoluta; sin dejar espacio para una interpretación/declaración tan indefinida como la que atizan los más altos funcionarios gubernamentales, que genera por sí sola una suerte de limbo constitucional: El Presidente está pero no está.
Si se hubiese hablado cuando era necesario hablar, aun saltando por encima de las conveniencias políticas y de poder, hoy otro gallo cantaría: no sería necesario callar cuando menos se debe callar. El silencio deja abiertas las compuertas del dique incontenible que es el rumor, lo que desencadena medidas de censura y autocensura y el despliegue de estrategias de interpretación jurídica que resultan capciosas al ojo de los analistas,  que abundan en circunstancias tan confusas. Lo más preocupante son las fisuras jurídicas que aparecen en el blindaje del aparato de Estado, el mismo que hasta hace poco parecía sólido e inquebrantable, sólo por no asumir a tiempo lo que hoy se pretende “sobrevenido.
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* Prof. Dpto. Currículo y Admón. Educativa UDO-Sucre

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