miércoles, 27 de febrero de 2013

Cinco minutos de voluntad


UDISTAS
Región, 27-02-2013, p.14

Marlyn Cabrera*

       “El que no sabe poner su voluntad en las cosas, intenta darles algún sentido, lo cual le hace creer que hay una voluntad en ellas”, palabras sabias de Nietzsche. Con respeto y genuina curiosidad, pregunto: ¿cuál será la voluntad detrás de la decisión de reducir nuestras horas académicas de 50 a 45 minutos? Obviamente, no es la de mejorar nuestras condiciones académicas.
Esta decisión pudiera estar respondiendo a una necesidad de seguridad en el campus que lleva años desatendida. Lo cierto es que, insignificantes como puedan parecer a las mentes de los des-enterados, se trata de 5 minutos de astringente incertidumbre, ya que la voluntad detrás de ellos nos es opaca y muy probablemente también ajena.
    Muchos recibimos con sorpresa y desagrado la notificación de que se había decidido –sin someter a consulta, sin discutir (a pesar de haber mecanismos y el compromiso para ello)–  reducir nuestras horas académicas. Se puede explicar el sentido que tiene haber tomado tal decisión: la jornada laboral se reduce, la disponibilidad de salones aumenta, se puede salir más temprano en las tardes (cada vez más solitarias), en fin. Pero ¿cuál es la voluntad? Contar con el tiempo suficiente en aula para garantizar aprendizajes no es.
      Recuerdo cuando, ante la decisión –sin consulta, ni aviso– del presidente Chávez, todos debimos retrasar nuestros relojes media hora. Por la mañana tal decisión pintaba muy bien; con picardía le ganábamos 30 minutos completos al despertador. Muy bien. Pero en las tardes, veíamos a los niños de primaria esperando autobuses en las paradas oscuras donde los relojes decían que era de tarde, cuando obviamente era de noche. Llorar en la noche la alegría de la mañana por la pura intemperancia no es cosa sabia. Me recuerda a la fábula de Esopo donde al saltamontes le tocó pagar caro en invierno el verano soleado que pasó cantando. Quienes conocemos esa historia, sabemos cuál era la voluntad del saltamontes, cuál la de la hormiga y cuál la de Esopo.
            Hace poco se sugería en una reunión de profesores a la que tuve oportunidad de asistir que la solución a nuestras tardes y noches solitarias y de aprensión en la universidad era que nos asignaran la menor cantidad posible de cursos después de las cinco de la tarde. ¿El sentido? Que menos profesores estuviéramos en riesgo de ser víctimas de la delincuencia. Perfecto. Pero ¿la voluntad? Ciertamente, no que los pocos profesores y demás personas que quedáramos en el horario nocturno estuviésemos menos expuestos al crimen.
No sólo perdemos terreno por metro cuadrado entre la invasión y el deterioro. También de cinco en cinco minutos perdemos la universidad. ¿Será esa la voluntad?

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*Profa. Dpto. Idiomas Modernos UDO-Sucre

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