miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una mejor democracia


UDISTAS                                                                                                    Región, 25-07-2012, p. 14

Rafael Rasse*

En oportunidades he escuchado hablar en la universidad, institución que está llamada a ser cúspide del conocimiento y del saber, pero también de equidad y justicia, sobre derechos alcanzados y reivindicaciones conquistadas como resultado específico de la aplicación de la más pura y genuina democracia participativa y protagónica, incorporada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (artículo 62). Y si bien es cierto que el modelo instituido posibilita muchos de esos logros, no puede dejarse de lado la observación crítica sobre la precariedad a la que el pretendido “nuevo Estado” condenó su espíritu emancipador. Tal vez ello se deba a que los promotores de la acción político-social, que debería favorecer el interés colectivo y la corresponsabilidad entre el estado y la sociedad, subordinaron los intereses del ciudadano al interés único del gobierno.
Una consecuencia directa de esta perversión es que el gobierno, a través de una institucionalidad que instrumenta atajos que sólo sirven para dilatar, obstruir o cuando no subvertir la legalidad, ha ido haciendo más estrecho el camino para los gremios universitarios; de esa manera ha llegado a obstaculizar su participación protagónica en el reclamo de sus derechos: prestaciones vencidas, contratos colectivos y normas de homologación de los universitarios, cancelación de los pasivos laborales y demás deudas acumuladas. Quizás sea cierta aquella frase muy repetida que sentencia que no habrá elecciones gremiales porque al gobierno no le convienen, en buen cristiano, porque están perdidos. Ya ocurrió antes.
Ahora les tocó a las elecciones de autoridades rectorales, y, por el camino que va la cosa, es muy posible que se dejen para cuando haya un nuevo gobierno. Por eso, más allá del 7 de octubre, lo importante es superar las trabas y atajos que se han puesto en el camino y conseguir ejercer una genuina democracia participativa y protagónica: ésa que hace posible la construcción de espacios de dialogo entre el Estado y todos los órganos de expresión de la sociedad, sin mezquindades ni intentos de subordinación de los trabajadores y del pueblo en general a los intereses de los gobiernos y los partidos. Es el camino de la legitimidad de las instituciones, que son el principal soporte de un Estado democrático.
Pero no podemos quedarnos allí. La academia debe servir para reconocer que el aporte fundamental de la democracia participativa y protagónica reside en los cambios que ha tenido la organización de los trabajadores, de los ciudadanos, quienes se expresan a través de movimientos estudiantiles, obreros, intelectuales, culturales, religiosos, entre otros, para ejercer, de manera soberana y directa, la defensa de sus derechos, e indirectamente mediante el sufragio, su irrevocable libertad para elegir a sus autoridades.
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*Prof. Dpto. Psicología e Investigación Educativa UDO- Sucre
http://udistasns.blogspot.com

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