lunes, 2 de mayo de 2011

UN NÚCLEO CULTURAL: ENTRE LA NOSTALGIA Y LA REALIDAD





Miércoles 2 de marzo de 2011 / p. 14

A raíz de los violentos acontecimientos ocurridos el 27 de octubre de 2010 en el campus de Cumaná del Núcleo de Sucre, específicamente en Cerro Colorado, se produjo un proceso –de los más significativos en cuanto a calidad de participación ocurridos en los últimos años– en el cual concurrió un valioso grupo de profesores. Organizado en mesas de trabajo, este conjunto de docentes generó, a partir del diagnóstico de la realidad del campus, una serie de reflexiones y proposiciones para varios ámbitos de la vida universitaria.


En la mesa donde participé se trató el complejo asunto de la convivencia, a nuestro modo de ver, centro y eje del deterioro que vivimos en nuestra universidad. Un aspecto resaltó en el análisis: la decadencia o pérdida de un entorno de referencias culturales efectivas en y entre todos los miembros de la colectividad universitaria, y en particular, en y entre los miembros de la comunidad académica: profesores y estudiantes. En otras palabras, nuestro contexto de ejercicio de la labor de enseñanza y aprendizaje, ese en el que han de formarse (para decirlo con un cliché) las nuevas generaciones de profesionales y conductores de la vida nacional, regional y local, carece de coordenadas y perspectivas consistentes y continuas que sustente en valores la educación humanística y científica, la que ha marcado la esencial tradición universitaria: formación plural, integral, respetuosa del otro, solidaria, responsable y disciplinada, entre otros rasgos.

¿Cuáles son las causas de este deterioro o de esta ausencia? Sin pretender dar respuestas únicas a estas interrogantes, nos atrevimos a decir, y consta en el documento producido por la mesa, , que uno de sus componentes, uno fundamental, es la merma del quehacer cultural en el Núcleo, entendiendo este quehacer, en primer lugar, como aquel que se debe ofrecer, garantizar y propiciar institucionalmente, es decir, el que están obligadas a realizar las autoridades del Núcleo a través de las dependencias respectivas.

En nuestro diagnóstico advertimos que se ha producido un progresivo deterioro de la planificación y ejecución del servicio conocido como “extensión cultural”. Más allá de algunos esfuerzos individuales (no los nombramos por razones obvias), durante mucho tiempo lo que hemos visto o experimentado es la falta o el abandono, cuando no la sola actividad proselitista, ideologizada y pobremente “militante”.

Puedo hablar con completa autoridad, pues gran parte de mi formación cultural se la debo a la UDO-Sucre de los años 70, 80 y parte de los 90. Más allá de mis diferencias de aquel momento o actuales, debo reconocer la labor tesonera y efectiva de personas que estuvieron a cargo de la entonces Delegación de Extensión Universitaria (Benito Yrady, Ramón Ordaz, Olinda Falcón, Héctor Granados, Guillermo García). No llegué a conocer el ambiente cultural cuando, incomparablemente, lo inauguró en nuestro Núcleo (y en toda la UDO) el escritor Alfredo Armas Alfonzo (así lo quiso la administración universitaria de entonces tantas veces denostada. ¡Qué admirable época!).

Lo poco que hoy permanece, a duras penas, viene de esos tiempos y esas gestiones: grupos de canto y danza folklóricos, orfeón, cineclub… Lamentablemente más es lo que ha desaparecido o se ha deteriorado: teatro, conferencias, conciertos, clases magistrales… No se trata de identificar nominalmente lo que se ha perdido. Ha sido mucho, sobre todo ese ambiente que puede (y ha de) nutrir nuestro espíritu: el que genera el contacto con el arte (porque es alimento de la sensibilidad y el espíritu), con la reflexión, con la discusión de las ideas, con el conocimiento de los aportes culturales de otras culturas y países.

En lo que he expuesto destaca la responsabilidad de las autoridades del Núcleo, sea para reconocerlas o para cuestionarlas. Mi evaluación al respecto no es favorable a las últimas gestiones decanales. Pareciera (podría afirmarlo) desconocerse que nuestra convivencia y desempeño (individual y colectivo) depende en gran medida del entorno que propiciemos, y en ello, no me cabe la menor duda, incide de modo sustancial, el ambiente cultural que podamos crear y proponer, por supuesto, en libertad y con pluralidad.

Prof. José Malavé M.

Dpto. Filosofía y Letras

udistasns@gmail.com

http://udistasns.blogspot.com

No hay comentarios: